Galocho, el primer astado de la ganadería de Victorino Martín que se convierte en Toro Enmaromado, un cinqueño de 520 kilos, cárdeno, bragado y meano, decepcionó ayer en Benavente (Zamora), al cubrir, apenas, un tercio del recorrido previsto.
Las grandes expectativas generadas entre los aficionados y los habitantes de la comarca de Benavente y Los Valles con un toro de esa categoría, se derrumbaron rápidamente al ver las reacciones del animal que, a pesar de su porte y de su vigor, se mostró cohibido y amedrentado.
Galocho salió puntual del toril pero empezó a hacerse el remolón a los cien metros, con paradas frecuentes y buscando resguardo, abrumado por la multitud. De hecho, tardó media hora en llegar al pasaje de las Guindas, un trayecto que, habitualmente, el toro cubre en cinco minutos. La cara de los mozos dejaba entrever preocupación y alguno de ellos se acercó en exceso, como hizo el propio concejal de Fiestas, Alberto Lorenzo, para intentar, por todos los medios, que arrancara.
Tres cuartos de hora después de la salida, Galocho seguía en la calle de la Rúa, con la punta de la maroma a la altura del cruce con la calle del Progreso y con numerosas escaramuzas en las que parecía que los mozos volvían a espolearle, sin éxito.
A las 20.15 horas, empezó a acercarse a la plaza de Santa María una excavadora municipal, con el cajón en ristre en lugar de la pala y flanqueada por seis agentes de la Policía Municipal, ante la previsión de un desenlace poco halagüeño.
Capote
Todavía en la Rúa, un mozo logró que el toro avanzara unos metros con la ayuda de un capote pero el victorino hizo gala de la segunda acepción de su nombre y se mostró desmazalado y sin aparentes ganas de moverse.
Galocho avanzó hasta el cruce con la calle Progreso, lo que significaba que había caminado apenas 120 metros en veinte minutos. La maroma estaba tensa y los mozos intentaban citarle, en vano, pasando como una exhalación junto a él, en dirección a la plaza de Santa María.
Otro envite con el capote enfadó a Galocho pero solo sirvió para que corriera una docena de metros. En el pasaje de Las Guindas y en el medio de la Rúa había algunas manchas de sangre y algunos aficionados aseguraron a ICAL que el toro había sufrido una pequeña herida en la pezuña trasera izquierda, lo que repercutiría en su rendimiento, aunque fuentes municipales no confirmaron ese detalle.
El desenlace era inevitable. A las 20.43 horas, y sin haber llegado, siquiera, a la primera argolla, ante la decepción de los benaventanos, Galocho entró en el cajón y fue conducido lentamente hasta el matadero. La bomba que anunció su muerte explotó a las 21.15 horas.
Expectación
“Había mucha expectación ante un toro así. Solo se sabe cómo responde de verdad cuando hace la carrera y, en este caso, no ha salido como habríamos deseado. Es una lástima”, señaló a Ical la alcaldesa de Benavente, Beatriz Asensio.
“Ha sido una pena. El toro era precioso. Todo el mundo estaba encantado con él. Lo que estaba en nuestras manos, lo hemos hecho. Creo que, para un toro de estas características, no es bueno que la gente se le eche tanto encima. Hemos intentado sacar al animal adelante pero, con la gente presionándole de esa manera, es imposible”, señaló el concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Benavente, Alberto Lorenzo.
La breve carrera de Galocho se resolvió sin personas heridas de consideración, según las fuentes consultadas por Ical.