El desafío de la MUJER RURAL dentro del mundo agrícola

Las mujeres desde tiempos remotos siempre han participado en la actividad agrícola y ganadera de una manera “silenciosa”, es decir, a menudo estas mujeres participaban de la economía familiar encargándose de distintas tareas dentro del campo y los establos. Lo cierto, es que lo hacían como mano de obra gratuita de una forma no reconocida e infravalorada.

Actualmente, la Organización de Naciones Unidas señala que las mujeres en su papel de trabajadoras agrarias y empresarias representan un cuarto de la población mundial. Sin embargo, y pese a todos los esfuerzos que se están haciendo para fomentar la inclusión de la mujer en este área del primer sector, aún queda mucho para alcanzar cifras medianamente coherentes en lo que a propiedad de la tierra se refiere, dado que los últimos datos fijan que menos del 20 % de los propietarios de tierras de todo el mundo son mujeres.

Un porcentaje muy revelador, que pone de manifiesto la desigualdad entre mujeres y hombres, en cuanto a la titularidad de las extensiones  de tierra. Al mismo tiempo, que deja entrever una marcada brecha salarial de género dentro del medio rural, y que según los últimos datos revisados podría superar el 40 %.

No obstante, la mujer rural hoy en día confía en la agricultura como una herramienta indispensable para revitalizar las zonas rurales de nuestra comunidad autónoma, las agricultoras son cada vez más conscientes de que la labranza del campo a  pesar de ser un trabajo duro y sacrificado, puede convertirse en una salida profesional con fines más allá de los meramente económicos, lo que se traduce en la vertiente ecologista que aboga por cuidar la naturaleza,  y poder minimizar problemas graves como el cambio climático.

Por tanto, los desafíos de la mujer rural  pasan  por luchar en favor de la feminización de este sector tan masculinizado históricamente, para así lograr la  igualdad dentro del mundo  agrario.