Desde Melilla con alma y compromiso: 15 bomberos cruzan el país para abrazar a una Zamora herida por los incendios

En ocasiones, la solidaridad tiene forma de uniforme, botas llenas de polvo y manos cansadas. Así han llegado hasta Zamora 15 bomberos voluntarios desde Melilla, dispuestos a arrimar el hombro en medio de uno de los veranos más duros que recuerda esta tierra. Han recorrido más de 900 kilómetros para ayudar a personas que no conocen, en un terreno que no es el suyo y frente a llamas que no suelen combatir (porque la cooperación y el auxilio en momentos así no entienden de distancias). Lo hemos visto estos días: el fuego avanza sin tregua y, junto a él, la respuesta humana también se expande.

“Nos informamos por los medios de comunicación de la situación, contactamos con la Jefatura del Servicio y con la Consejería de Ciudadanía para ofrecer nuestra ayuda. Nuestra ciudad es pequeñita; tenemos bomberos urbanos, no forestales, pero pusimos a disposición lo que teníamos: 15 bomberos, cinco vehículos ligeros todoterreno y mucho compromiso”, nos explica Juan José Pedreño, cabo de este Cuerpo de Bomberos que aterrizó ayer en el puesto de mando de Zamora después de un viaje muy largo. 

LABORES DE PREVENCIÓN EN MONCADRIL

Se ofrecieron para reforzar los equipos ya sobrecargados, realizar tareas de prevención y cubrir turnos en zonas clave. Actualmente, trabajan en labores de prevención en la zona de Moncabril, junto a una central eléctrica que vivió momentos críticos en jornadas pasadas. “Estamos acostumbrados a otro tipo de intervenciones, con otro material. Adaptarse cuesta, pero aquí nos han facilitado recursos, como un camión cisterna para impulsar agua. Lo importante es estar donde se nos necesita”, relata Juan José, quien prosigue:  “Cuando ves el terreno calcinado, te afecta. Es una zona preciosa y da mucha pena verla así. Pero los bomberos estamos preparados para esto. Hemos estado en terremotos y en misiones internacionales. Somos solidarios porque sabemos que hoy ayudamos y mañana quizás lo necesitemos nosotros”, nos cuenta. 

Pero el fuego no solo deja su huella en el paisaje. También, en el alma. A veces, una simple fotografía en una casa arrasada es el mundo entero para alguien. Y esa parte, confiesa, es más difícil de apagar. Como imaginas, Juan José, con 26 años de experiencia como bombero, ha visto de todo: “cosas muy bonitas y otras muy duras”, dice. Sabe que el dolor forma parte del oficio, pero también la esperanza. Por eso insiste en que la clave está en la prevención, en la educación, en hacer que la ciudadanía sepa cómo actuar antes de que sea tarde. “La prevención no es cara", lo que cuesta de verdad es perder una vida, una casa, un recuerdo. Por eso hay que enseñar, explicar. A veces una puerta cerrada puede salvar a toda una familia, a todo un edificio. Pero hay que decirle a la gente que no siempre huir es lo más seguro. "Hay que formarlos para que sepan qué hacer. Eso es prevención real”, expone.

AGRADECIMIENTO 

Mientras tanto, Juan José y sus compañeros siguen al lado de los zamoranos que están viviendo esta pesadilla. Los días son largos, el calor, abrasador, y el dolor por lo que se ha perdido, muy profundo, pero la ciudanía no escatima en gestos de agradecimiento a estos voluntarios. "Nos ofrecen lo poco que tienen", confiesa. 

Mientras el fuego siga activo y las circunstancias lo permitan, seguirán aquí. Si algunos deben volver por sus obligaciones en Melilla, otros tomarán el relevo. Porque en este equipo no hay espacio para el cansancio cuando se trata de ayudar ("Venimos a aportar nuestro granito de arena. Melilla es solidaria, lo ha sido antes y lo será siempre”).

Vinieron como voluntarios. Pero, cuando se marchen, lo harán como parte del recuerdo imborrable de este verano en Zamora, donde la generosidad de su gesto será tan valiosa como el agua con la que combaten las llamas.