El Salón de Actos del Museo Etnográfico de Castilla y León, en la capital zamorana, acogió hoy la conmemoración del Día de las Víctimas del Terrorismo en la Policía Nacional.
Desde 1968 hasta 2015, las distintas bandas terroristas que “intentaron imponer en España sus reivindicaciones a través de la violencia”, asesinaron a 188 policías nacionales. Entre ellos, figuran tres zamoranos, asesinados por ETA entre 1982 y 1992.
Juan Seronero Sacristán
Juan Seronero Sacristan, natural de Zamor, fue asesinado por ETA, a los 35 años, en Renteria (Guipúzcoa). A las once de la mañana del 14 de septiembre de 1982, cinco agentes de la Policía Nacional, entre ellos, Juan, se desplazaron a un caserío para almorzar. Mientras, eran vigilados, sin que lo supieran, por un comando terrorista.
Tres agentes habían llegado vestidos de uniforme en un coche Z, mientras que los otros dos vestían de paisano y viajaban en un vehículo camuflado. A unos 800 metros del local donde habían almorzado, los dos coches se vieron envueltos en un fuego cruzado desde varios puntos con armas automáticas.
Dado lo accidentado del terreno y la escasa velocidad de los vehículos, resultaban un objetivo fácil para una emboscada. Dos de los agentes, entre ellos, Juan, fallecieron. Otros dos agentes resultaron heridos de gravedad y fallecieron horas más tarde. Solo un policía sobrevivió, tras una recuperación de casi nueve meses, según relataron fuentes de la Policía Nacional.
Aniano Sutil Pelayo
La segunda víctima zamorana fue Aniano Sutil Pelayo, nacido en La Hiniesta y asesinado por ETA a los 27 años, en San Sebastián. El 27 de marzo de 1983, a la una de la madrugada, se recibió un aviso telefónico en el que se advertía de la colocación de una bomba en un comercio del barrio donostiarra de Gros, que ya había sufrido un atentado meses antes.
Varios agentes de la Policía Nacional acudieron al lugar, localizaron la bomba e instalaron un cordón de seguridad. Durante la operación, dos miembros del Tedax se dirigieron adonde estaba colocado el artefacto. En un primer momento, pensaron que la mejor opción era hacerlo estallar a distancia pero las dimensiones de la calle, estrecha y rodeada de inmuebles, hicieron descartar esa idea porque los efectos de la explosión podían ser devastadores.
La segunda opción fue intentar desactivar la bomba para evitar daños. Aniano y otro compañero se acercaron para estudiar las posibilidades de neutralizar el artefacto. En ese momento fue cuando se produjo la explosión que les alcanzó de lleno. Aniano murió en el acto y su compañero resultó gravemente herido y sufrió la amputación de la pierna izquierda, según expusieron las mismas fuentes.
Ricardo González Colino
El tercer asesinado nacido en la provincia de Zamora fue Ricardo González Colino, natural de Cerezal de Sanabria, asesinado por ETA a los 38 años en San Sebastián, ciudad en la que prestaba servicio de radiopatrulla en las unidades de Seguridad Ciudadana.
La madrugada del 14 de septiembre de 1992, Ricardo fue asesinado mientras jugaba una partida de cartas con un grupo de amigos en un bar de la calle Eguía, en San Sebastián. Un etarra le disparó un único tiro en la cabeza y murió en el acto, concluyeron las mismas fuentes.