La periodista zamorana Andrea Peláez, en el plató de Tiempo de Juego.
Como en El cuarto pasajero, pero eliminando aquella serie de catastróficas desdichas. Así, como en una peli de Álex de la Iglesia, salvo por lo de toparse con un lío de aúpa en una odisea quijotesca (todo lo contrario), arranca la historia de Andrea Peláez. Fue un viaje en BlaBlaCar bastante menos esperpéntico y mucho más amable del que protagonizó Blanca Suárez lo que le condujo a Tiempo de Juego (aunque, para conocer los detalles, tendrás que quedarte atrapado unas cuantas curvas más adelante). Lo suyo no fue una roadmovie en una carretera Arizona Baby, ni se trató de un camino tortuoso con encanto destroyer. Fue más bien la autopista directa al micrófono de sus sueños, una experiencia que, más de diez años después, sigue disfrutando como quien se lanza de cabeza a una piscina de bolas.
Pero antes de la radio, antes de los goles narrados sobre el césped, Andrea, admiradora de Paco González, Mónica Marchante, Manolo Lama o Ana Pastor, fue una aquawoman de élite a bordo de su piragua. Llegó a habitar en la Blume junto a mujeres de otro planeta como Carolina Marín; lo hizo tras coronarse sexta del mundo y novena de Europa (desde luego, no le regalaron su estancia en la residencia de alto rendimiento). Eso sí, el piragüismo no ejerció de simple telonero de un futuro más que prometedor; fue el leitmotiv de su carácter: un cuidado cóctel de constancia, trabajo, y un amor profundo —muy profundo— por lo que hace.
De esa pasta está armado el recuerdo del Mundial femenino de 2023, en Australia y Nueva Zelanda, torneo que cubrió con la pasión de quien lleva años luchando por dar visibilidad al fútbol femenino, y con la entereza de quien no se vino abajo ni siquiera cuando la celebración de un título histórico se vio empañada por uno de los episodios más vergonzosos del deporte español (sí, Rubiales). Andrea no miró hacia otro lado. Usó el micrófono para alzar la voz, para defender a las jugadoras, para poner palabras a lo que muchas sentían. Y lo hizo como siempre, con respeto y encarando "el odio en redes sociales" que recibió por entonces con profesionalidad y firmeza.
La misma firmeza con la que defiende a Zamora. Porque si hay un lugar donde Andrea es, sencillamente, feliz, es allí. En su tierra. En sus calles, en su gente, en su familia. Por eso, recibir el nombramiento como Embajadora de Zamora (recogerá su premio este sábado) no es solo un reconocimiento, es una vuelta a casa con banda sonora propia. La de la radio, la de su voz, la de alguien que, sin importar cuántos kilómetros haya recorrido, siempre encuentra el norte en el mismo sitio. Y sí, estará en las fiestas de San Pedro, cómo no. Porque Andrea no falla. Ni a un micrófono… ni a su gente.
PREGUNTA.- Andrea, enhorabuena por este reconocimiento. ¿Qué sentiste cuando supiste que serías la Embajadora de Zamora en los Tierras de Zamora 2025 y cómo estás viviendo la antesala a este homenaje?
RESPUESTA.- Fue un momento increíble porque era algo que no me esperaba. Lo recibí con muchísimo orgullo. No sé si recibiré algún premio más en lo que me queda de carrera, pero este va a tener un sitio muy muy especial porque es un premio que te otorgan desde tu tierra, tu casa, de la que hace 15 años que saliste. Ahora estoy incluso nerviosa, esperando con ilusión esa gala del sábado y poder agradecerlo delante de todos.
P.- Acciones como la que presenciamos durante una reciente retransmisión de Tiempo de Juego te hacen merecedora de este galardón. Refrescamos la memoria a los lectores: proclamaste una emotiva defensa del AVE en Zamora a cuenta de la supresión de las paradas en Sanabria que se viralizó. ¿Qué te condujo a pronunciarte de esa forma en directo?
R.- Es una lucha de todos y todas los zamoranos y zamoranas. Yo, por desgracia, no pude estar el día de la manifestación porque tenía que trabajar, igual que no voy a poder estar en la del 17. No dudé ni un segundo en hacerle la petición a Paco (por Paco González). Él nos lo repite mucho; nosotros tenemos el micro delante para que se queden a gusto los oyentes, pero, de vez en cuando, lo utilizamos para quedarnos a gusto nosotros. Le pedí permiso para poder pronunciarme de alguna forma, para utilizar el altavoz que tengo en Cope y luchar por una causa que considero justa y que me toca muy de cerca porque es mi tierra, a pesar de haberme ido hace 15 años de Zamora.
Siempre voy a estar al lado de los míos. Es una cosa que no se me olvida; soy zamorana, lo cuento allá donde voy con mucho orgullo. A quien tengo la oportunidad de calentarte la cabeza con Zamora, lo hago, y no iba a dejar pasar una oportunidad así para aprovechar el micrófono de Cope y poder pelear o sumarme a la pelea de todos los zamoranos que estuvieron en la estación de tren. Aunque no esté allí y a mí personalmente no me toque la decisión de Renfe, le toca a mis paisanos y a mi tierra y siempre voy a luchar para intentar que esas causas salgan adelante.
P.- Esto de “aprovechar el micro” se convierte en algo casi obligatorio cuando hablamos de visibilizar provincias como Zamora frente a la centralización informativa.
R.- Por eso considero que quienes vivimos en Madrid o tenemos la suerte de trabajar en una empresa tan potente como Cope, en un medio tan de primera línea, tenemos esa responsabilidad. No podemos olvidarnos de dónde venimos y debemos intentar ser, cuando se pueda y cuando proceda, altavoz de luchas como esta, sobre la España Vaciada, en este caso, y de otras muchas luchas.
P.- Servir de voz a tu tierra no solo consiste en mostrar aquello que nos hace pequeños, sino lo que nos hace grandes: la gastronomía, el Románico, las tradiciones… Si tuvieras que recomendar Zamora a alguien que no la conoce, ¿por dónde empezarías? ¿Qué rincón o costumbre nunca dejas de mencionar?
R.- Hago mucho esto y recibo siempre un feedback positivo de cada persona que va a Zamora y la conoce. Siempre me dicen que cómo es posible que una ciudad tan bonita y tan cuidada no tenga una publicidad o un espacio mucho mayor a nivel nacional. Coincido en que Zamora se vende mal para la ciudad que es. Es una ciudad pequeñita, la ves en dos días, y cuando intento que alguien vaya le hablo del casco antiguo, del Románico de Zamora, del imponente río Duero, del Puente de Piedra, que ahora mismo lo tenemos recién restaurado, de los miradores, de la comida… También, por supuesto, destaco la zona de Sanabria, el lago… Es un paisaje y una comarca absolutamente increíble, de lo más bonito de la provincia.
P.- No quiero pasar de largo el tema “comida”. Es que ¡menuda despensa atesora Zamora!
R.- Aquí tengo un par de compañeros que cada vez que voy me piden que traiga productos de allí, sobre todo chorizo. ¡Son muy muy muy fans! Siempre les traigo, están durante un tiempo disfrutándolo y cuando se les acaba, repetimos.
Una zamorana presumiendo del "imponente río Duero".
P.- ¿Guardas algún recuerdo de infancia en Zamora relacionado con el deporte o con la radio que hoy te parezca profético o significativo?
R.- Tengo recuerdos de infancia como irme a la cama y escuchar a mi padre con el transistor en la mesita todas las noches, pero mi periplo personal con la radio comienza cuando hice prácticas en tercer año de carrera en Onda Cero Zamora. Allí fue donde me enamoré de la radio y donde tuve claro que, si me dedicaba a ser periodista en un medio de comunicación, quería que fuera en este medio. Me parecía absolutamente mágico poder estar en cualquier parte y ser los ojos de la gente; eso me dejó enganchada.
Y, sobre el deporte… Es que el 90 por ciento de lo que es la Andrea de hoy comienza allí en Zamora con uno de los deportes que más alegría nos da a los zamoranos: el piragüismo. Tenemos una gran cantera de piragüistas exitosos. Yo empecé allí, con 13 años, y aquello me llevó hasta el primer año de carrera, cuando estuve becada en el Centro de Alto Rendimiento, en la residencia Joaquín Blume, de Madrid. Evidentemente, cuando pensé en mi futuro y a lo que me quería dedicar, pensé en el periodismo deportivo porque creía que, si no podía dedicarme al deporte, que es a lo que había dedicado más de la mitad de mi vida en aquel momento, intentaría estar en el otro lado: contar lo que hacen los deportistas.
P.- Tu desparpajo, tu constancia y tu entrega al piragüismo te permitió habitar en la Blume, como acabas de mencionar. ¡Casi nada! Te preguntaría millones de curiosidades sobre esta época tuya, especialmente cuestiones como qué ocurría en las habitaciones cuando las luces se apagaban, si había chocolate de contrabando o si escondíais las patatas fritas bajo la almohada, pero, vamos a portarnos bien. ¿Es tan duro como parece? ¿Te sentiste presionada de algún modo?
R.- Es una vida distinta. Yo solo estuve un año, pero, desde luego, lo repetiría, te lo digo de verdad. Fue un año duro, sobre todo psicológicamente. Fue allí donde empecé a ir al psicólogo deportivo porque tienes mucha presión. Hay una apuesta sobre ti muy grande, estás becada, viviendo absolutamente gratis del Estado, evidentemente, por tus resultados deportivos, pero sientes que tienes que mantenerlos, que estar a la altura, pero fue un año increíble en el que aprendí y disfruté muchísimo. Allí terminas convirtiendo a compañeros en amigos y algunos de ellos, en familia. Vives un año en una burbuja. La gente en la residencia está por y para ti; te hacen la cama, la habitación, la comida, la plancha… Se desviven por los deportistas.
Fue un año muy especial, pero muy duro. Yo no logré continuar con la beca, no conseguí los resultados deportivos mínimos que me pedían porque psicológicamente no pude con ello, aunque, como te digo, nos divertimos mucho porque sí, evidentemente, existía ese intercambio de habitaciones por las noches. En esa prácticamente adolescencia se hacen cosas de esas. Fue un año maravilloso que repetiría sin dudarlo.
P.- ¿Con qué deportistas que conozcamos coincidiste allí?
R.- Con Carolina Marín tuve buena relación. La recuerdo mucho. He podido hablar con ella alguna vez después de haber salido. Evidentemente, yo la recuerdo más a ella que ella a mí (sonríe) porque ella es una de las grandes deportistas de este país. También coincidí con Lydia Valentín, por ejemplo. Tuve mucha suerte de poder estar cerca de esas personas absolutamente referentes hoy en día.
Andrea, sobre la piragua que define lo que es hoy.
P.- En aquel momento representabas a tu país en el agua, y ahora, cuentas lo que ocurre en el campo. ¿Qué crees que aporta tu experiencia en la élite como deportista en tus transmisiones deportivas?
R.- Quizá tenga una conexión o una forma de ver la labor de los deportistas diferente, con otros ojos. Yo sé verdaderamente el sacrificio y el compromiso que hay detrás. Por ejemplo, este verano pasado estuve cubriendo los Juegos Olímpicos, que, para mí, después de haber sido piragüista, es lo más grande que puede hacer un periodista deportivo. Para mí es más grande que cubrir un Mundial o una Eurocopa de Fútbol; contar las hazañas de los deportistas a los que no miramos el resto del año. A los piragüistas me une un lazo más especial, pero a los deportistas en general me une eso, haber vivido en mi propia piel lo que hay detrás, el sacrificio. Eso igual me permite contarlo con una sensibilidad diferente, emocionarme más o vivirlo de una forma más intensa.
Zamorana con sonrisa Olímpica a pie de césped.
P.- Tu voz, además de resultar especial por esa conexión con los protagonistas, es una de las voces femeninas más reconocibles del deporte en España. ¿Qué responsabilidad sientes como referente para las nuevas generaciones?
R.- Yo siento responsabilidad, pero más que por mí misma, cuando hablo de mi especialidad, que es el fútbol femenino. Creo que también hay una parte muy educacional en todo esto del femenino hoy. Todavía vivimos en una sociedad que está acostumbrada a ver jugar al fútbol solo a los hombres y pensar que es un deporte que les pertenece a ellos. Creo que los y las periodistas que cubrimos el fútbol femenino tenemos una responsabilidad muy grande de enseñarle a la gente, a los hombres, a las mujeres, a niñas, a niños, absolutamente a todo el mundo, que el fútbol también es de las mujeres, que también juegan como los ángeles, que ganan mundiales, como el que ganó España, que ganan Liga de Naciones, como ganó España, que están intentando conquistar una Eurocopa, como va a ocurrir este verano en Suiza.
Creo que tengo más responsabilidad en ese sentido que, simplemente, por el hecho de ser una mujer en el mundo del periodismo deportivo. También entiendo que durante muchos años ha habido como una especie de techo de cristal para las mujeres en el periodismo deportivo porque se consideraba, al igual que el fútbol, una cosa de hombres, pero, es verdad que a mí personalmente nunca se me ha cerrado una puerta por ser mujer, o, al menos, yo no he sido consciente de ello. Entonces, pues me gusta tener la responsabilidad de transmitir a una niña o a un niño que se fije en mí que ya puede llegar donde se proponga con trabajo y con una pizca de suerte, pero, sobre todo, siento la responsabilidad en el tema del fútbol femenino de concienciar a la gente en el respeto. A esto ya juegan ellas también y hay que respetarlas exactamente igual que a ellos.
Aitana Bonmatí, entrando en Tiempo de Juego de la mano de una embajadora de Zamora.
P.- Los conciencias cada día con tu trabajo, pero también con un proyecto muy especial que es Quiero ser como, el primer talkshow de fútbol femenino. ¿Qué va a quedar en ti para siempre de esta experiencia? ¿Hay algún momento especialmente divertido o significativo?
R.- Muchos momentos divertidos. Ha sido un programa superespecial. Primero lo hacíamos tres amigas más que compañeras. Y lo hacíamos con un objetivo clarísimo: visibilizar a las futbolistas. Creo que lo logramos porque era un programa fresco, diferente, con un lenguaje mucho más cercano y directo para la audiencia del fútbol femenino. Hay muchísimos momentos buenos, de risas y de complicidad con las jugadoras, a quienes descubrimos más allá del campo.
Emprendimos también el Quiero ser como Tour con la Liga F, visitando varias ciudades. Entrevistábamos allí a las futbolistas y venía público a vernos y a agradecernos nuestro trabajo. Quizá me quedaría con eso, con lo agradecida que es la gente cuando haces un buen trabajo, un buen producto. Lo haces para ellos y saben devolverlo. Ha sido una experiencia fabulosa y esperemos que se pueda reconvertir en otra cosa porque no podemos dejar al fútbol femenino sin un formato como este.
Dando voz a las futbolistas. Alexia Putellas al micro.
P.- Me atrevo a decir, y creo que no me equivoco, que también fue fabuloso para ti cubrir el Mundial femenino de Australia y Nueva Zelanda, donde España hizo historia…
R.- Sin ninguna duda. Es la experiencia de mi vida y no solo te diría a nivel
profesional, sino personal. Fueron 40 días en la otra punta del mundo (literalmente), 40 días buscando noticias, intentando contar lo que pasaba, 40 días compartidos con compañeros que son amigos y familia, 40 días luchando contra la diferencia horaria, contando las hazañas de un grupo de jugadoras que llegaban en un momento complicado y que luego consiguió lo más grande que puede conseguir un futbolista en el mundo. Tan especial fue el Mundial para mí que lo llevo tatuado; es una experiencia que me llevo conmigo para toda la vida. Es verdad que luego se convirtió en algo muy amargo con lo que ocurrió después, pero el Mundial femenino es la experiencia que más me ha hecho crecer como periodista.
También tengo que agradecerle a lo malo eso, el haberme curtido como periodista, porque tuve que rebuscar en las cloacas para poder contar lo que pasaba, para poder denunciarlo, para poder señalarlo. Recibí mucho odio en redes sociales porque era un tema muy polarizado. Fueron momentos muy complicados a nivel personal, pero que me enseñaron muchísimo a nivel laboral, a cómo manejar la información, los tiempos, a cómo contar algo… Pocas cosas me pueden pasar más que me hagan crecer más de lo que me hizo crecer el Mundial y lo que ocurrió, por desgracia, después, pero el Mundial como tal, todo lo vivido en Nueva Zelanda y Sidney, es un recuerdo para toda la vida.
Con Jenni Hermoso, física y emocionalmente.
P.- De esa madurez de la que hablas, de ese desarrollo y evolución, han sido testigos miles de oyentes en Tiempo de Juego, programa al que llegaste en BlaBlaCar, se podría decir. Cuéntanos esto.
R.- Fue absolutamente aleatorio. Había terminado la carrera de Periodismo, sabía que quería dedicarme al periodismo deportivo para estar más cerca del deporte después de haber dejado de remar, pero estaba un poco perdida, no sabía qué hacer, y en un viaje Zamora-Madrid en BlaBlaCar con un primo de mi padre empezó todo. Él era, y es, oyente de Cope. La llevaba sintonizada y en un momento determinado del camino sonó la promo: “Apúntate al curso especializado en periodismo deportivo de la Cadena Cope para trabajar con los más grandes: Paco González, Manolo Lama, Juanma Castaño, Pepe Domingo Castaño…” Y dije, ¿por qué no? Vamos a probar suerte. Mandé la instancia, me cogieron e hice el curso de un año. Tuve tres meses de prácticas y luego… pues me quedé para formar parte de la redacción.
Lo que ha ganado esa redacción con Andrea Peláez.
P.- Cuando no estás en el programa, entre micrófonos o cubriendo partidos, ¿cómo te gusta desconectar del trabajo?
R.- Entrenando. Soy una loca del gimnasio, del deporte, de la vida saludable. Camino diez kilómetros todas mis mañanas. De ahí me voy a entrenar, entreno pesas… Me gusta mucho, es una cosa adquirida y heredada de mi época de piragüista. Dejé de remar, pero no quería desvincularme del todo del deporte. Esa fue mi forma de seguir conectada. Yo tengo poco misterio, soy muy casera, muy de descansar en mi casa o en casas ajenas, de estar con los míos. No tengo grandes hobbies. Paso el poco tiempo de ocio que tengo con los míos o dedicándomelo a mí misma de esa forma, entrenando.
P.- Pues mira, este sábado 14 de junio, estará dedicado a ti al completo, con la entrega de ese premio con el que arrancábamos esta charla. Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a tu tierra natal en este Día de la Provincia tan especial para ti?
R.- Que cuidemos lo nuestro, que peleemos por lo nuestro, que ojalá los jóvenes tengan más oportunidades para poder quedarse allí y no tengan que salir lejos para labrarse un futuro. Creo que es el problema más acuciante que tiene Zamora. Deseo ir un día y que no haya un local más cerrado, un local más en alquiler, porque estamos perdiendo lo más grande que tenemos, que es la tierra. Zamora está cada vez más envejecida y es una pena. Mi deseo es que ojalá podamos hacer de Zamora un lugar para que los jóvenes puedan quedarse allí, hacer una tierra cada vez más grande y más próspera para todos.
Uno de los tantos momentos que han curtido a esta comunicadora zamorana.