“Las Comisiones Obreras lo han sido todo en mi vida”. Vicente Andrés Granado (Valladolid, 1963) es activista sindical desde los 14 años, cuando empezó a trabajar en un comercio en Valladolid, y se afilió al sindicato porque veía “muchas injusticias”, aunque le viene primero por tradición familiar. El secretario general de CCOO Castilla y León desde el 3 de junio de 2017, que será relevado del cargo la semana que viene por Ana Fernández, repasa en esta entrevista a Ical, una vida entera dedicada en cuerpo y alma a la organización, algo que a su juicio, “ha merecido la pena”. “Amo el sindicalismo”, sentencia. Momentos después de hacer esta entrevista viaja hasta Villablino (León) para un acto de despedida en la localidad donde “los historiadores españoles sitúan el nacimiento de Comisiones Obreras, en la huelga del 62” y rememora 47 años de responsabilidades dentro de una organización con futuro que “mejora las condiciones de vida de la gente”. Considera además que con su salida y de parte de su ejecutiva se “acaba un ciclo de sindicalistas”, pero sentencia que está garantizada la continuidad y los que entran los harán mejor que ellos.
¿Qué han representado las Comisiones Obreras en su vida?
Prácticamente todo. Tengo 62 años, me afilié con 14 años y fui activista a los 14 años, y el primer órgano de dirección en el que entré fue con 16. Solo ha habido un año de paréntesis, que fue cuando hice el servicio militar obligatorio y porque no había movimiento de insumisión en aquel momento, porque sino hubiera acabado en la cárcel. Fui a la mili y estuve en el calabozo bastante tiempo por indisciplina. Las Comisiones Obreras lo han sido todo en mi vida. Es levantarme de la cama y tareas sindicales durante 47 años, quitando el mes de vacaciones y fines de semana. El sindicalismo requiere tener puestos de responsabilidad y estar entregado. Aquí, en este sindicato y en cualquier organización, quien no da todo lo que tiene no llega al final del recorrido.
¿Cómo se hace usted sindicalista?
Viene de mi familia, porque mi tío y mi abuelo eran sindicalistas, dirigentes de la UGT. Mi madre de pequeño me hablaba de cómo a mi abuelo y a mi tío les habían encarcelado y cómo les habían juzgado y condenado muerte. Y luego empecé a trabajar en Raymond, aquí en Valladolid, con 14 años, donde había 40 trabajadores del comercio y enseguida me afilié, a los dos o tres meses, porque me parecía que había muchas injusticias. Fui activista desde el primer momento, salía a las ocho y me iba al sindicato.
¿Esperaba llegar a ser un dirigente sindical?
No, jamás, en mi vida. Nunca lo he querido ni aspirado a ello y muchos fines de semana cuando estoy a mis cosas, con mi familia y mis amigos, me pregunto muchas veces cómo he llegado yo a ser el secretario general de CCOO.
¿Quiénes han sido sus referentes?
Aquí, en lo cercano, el dirigente del sindicato Javier Fernández, y una persona que falleció, Jesús García Villullas, secretario general de la Federación de Comercio.
¿Cómo espera que le recuerden?
Como alguien que cumplió su tarea. Aunque estoy orgulloso de lo que hemos hecho en este periodo, creo que lo difícil lo hicieron otros. Javier Fernández y los que en la dictadura salieron a la democracia, construyeron el sindicato, con sedes, estructura y finanzas en las nueve provincias, y conquistaron el espacio de la negociación colectiva.
¿Qué logros destacaría de su trabajo en el sindicato?
Me siento orgulloso de cómo hemos respondido todos, conmigo la cabeza, frente a la ultraderecha; cómo hemos combatido a un partido que no cree en la democracia. Destacaría también la lucha que ganamos a la multinacional Fontaneda, y a Puertas Norma. Aquello quizás sea una de las cosas que a mí más me enorgullecen, porque les ganamos una batalla que era muy difícil. También el logro de un modelo de ideología social muy potente, como el que había en el periodo de Juan Vicente Herrera, aunque se haya debilitado luego por los acontecimientos conocidos. La Organización Internacional del Trabajo lo calificó como el mejor modelo del mundo en el ámbito autonómico. Hacer frente a la ultraderecha, lucha contra las multinacionales y Diálogo Social, son las tres patas.
¿Cuáles han sido sus peores momentos?
Uno fue cómo afrontar el sindicalismo en el Covid, porque los primeros días, el desconcierto era total. Cómo ayudamos a la gente ante el cierre de las empresas, aunque en una semana ya teníamos montada toda la infraestructura. Otro ha sido este periodo de la extrema derecha donde se nos ha insultado, se nos ha llamado ladrones, que devolvamos lo robado, que somos los enemigos de la patria y que no pararían hasta meternos en la cárcel, que somos comegambas, comunistas o etarras. Cuando desde un gobierno se está insultando y desprestigiando a un sindicato, eso es muy duro, porque no sabes cómo combatirlo.
¿Y los mejores momentos?
Uno que me hizo emocionar fue ganar la sentencia a la extrema derecha sobre nuestra representatividad. Y luego hay otro también, cuando nos convertimos en Castilla y León en la primera fuerza sindical, el sindicato más grande de Castilla y León, en 2006, creo.
¿Se deja algo en el debe del Diálogo Social?
No, en el diálogo social yo creo que hemos restituido la normalidad de todos los derechos que nos arrebataron. Se ha logrado prácticamente todo lo que pretendíamos. Queda pendiente la extensión del Serla a las nueve provincias y una financiación estable para el servicio, tras el asedio sufrido por la extrema derecha. Es lo que ha quedado colgado y hemos instado a Alfonso Fernández Mañueco a lograr un acuerdo en septiembre sobre su financiación, para blindarlo lo antes posible ante posibles nuevos gobiernos de coalición.
¿Y con la patronal?
La patronal organizativamente está anclada en el siglo XX y en principios, en el XIX. CEOE de Castilla y León prácticamente no es ninguna institución representativa, nada más que para lo institucional, para el Diálogo Social tripartito, pero no hay acuerdos de negociación con nosotros, no hay manera de avanzar en nada en negociación colectiva porque dicen que las provincias son autónomas. No hay manera de hacer una política homogénea laboral en Castilla y León. Además, son de los que compiten en salarios bajos y rechazan la reducción de jornada, cuando tienen enormes márgenes y ayudas de todo tipo. No se dan cuenta que es el momento de competir con calidad en el empleo y con profesionalidad. Por eso digo que están en el siglo XIX.
¿Cree que CCOO se ha adaptado a la evolución social?
Sí. Desde que en el 62 nació la primera comisión obrera, todo lo que hemos hecho ha sido ir evolucionando. Cada proceso electoral, el sindicato es más grande; hay cada vez más delegados, más gente que nos vota, y más afiliación. En el último proceso, del 2021 al 2024, tenemos 6.577 delegados a 31 de marzo, 900 más que en el mismo periodo de hace cuatro años, que son 700 empresas más en las que estamos. ¿Qué quiere decir? Que efectivamente conecta mejor, sino iríamos para atrás, claro.
¿Considera necesario un cambio del modelo sindical en España?
No, creo que el modelo sindical español es un modelo de garra y solidario. Digo de garra porque el 80 por ciento de la gente trabajadora de este país está en la pequeña empresa y los sindicatos estamos en las pequeñas empresas. Aquí se negocia para todos. Tú vas a Alemania, vas a Francia o a otras latitudes, incluso a América Latina, y el modelo es el anglosajón. Yo negocio para mis afiliados. ¿Dónde está la gente? En las grandes empresas y en las pequeñas, no hay nadie, no hay sindicalistas, no están representados, entonces están abandonados en la mano de Dios. El modelo español no hay que cambiarlo.
¿Existe temor al sindicalismo corporativo?
No, no hay temor. No son contrarios, van a favor de los trabajadores, pero sólo en el centro de trabajo, mientras que el sindicalismo de clase defiende a los trabajadores en el centro de trabajo y como ciudadanos ante la sociedad. Por tanto, el sindicalismo corporativo es una parte de la realidad, es una defensa parcial, y es mucho más interesante un planteamiento de carácter general.
¿Existen muchas diferencias entre cuando empezaste y el momento actual en el movimiento sindical?
Hay nuevos retos, nuevas realidades, nuevos empleos, pero son las mismas luchas. Capital y trabajo, es la disputa eterna de la lucha de clases.
¿Está garantizado el relevo generacional en el sindicato?
Sí. Los relevos se han hecho muy bien porque seguimos manteniendo las mismas esencias, pero somos más grandes, más fuertes y llegamos a más sitios. La afiliación de jóvenes está bien, somos la organización de jóvenes mayor que hay en Castilla y León, tenemos 2.000 y pico jóvenes afiliados. No hay organización de jóvenes en Castilla y León que tengan nuestra afiliación de jóvenes. Aquí seremos 500 personas en Castilla y León que dedican full time al sindicalismo. Somos muchos más que hace 20 años, cuando empecé en la Unión. Vamos creciendo. Los jóvenes también, aunque las nuevas redes, los nuevos espacios les llevan a incorporarse al sindicalismo más tarde. Hacer sindicalismo conlleva mucho sacrificio, a lo mejor, quieren vivir un poquito más la vida y incorporarse más tarde, pero hay un fluido de entrada muy grande de gente en el sindicato, somos muchos.
¿Y la presencia de la mujer?
La integración de la mujer en la estructura del sindicato está hecha completamente. Nos denominamos sindicato feminista y estamos en paridad en los órganos de dirección de las provincias y las federaciones, con un 48,9 por ciento de mujeres. Aquí me va a relevar una mujer. Hoy ya no hay impulsos especiales a la mujer dentro del sindicato, pues ya se ha conseguido eso.
¿Cómo se presenta el Congreso que le dará el relevo la semana que viene?
Este congreso, como los anteriores, será de continuidad en cuanto a ideología, en cuanto a estrategia y en cuanto a objetivos y fines, y pacífico porque está consensuado el candidato y la nueva comisión ejecutiva, pero habrá debate. Llegará gente nueva pero también se quedarán unos cuantos, no hay una ruptura, y yo está a su disposición.
¿Qué destacaría de los cargos que salen?
Sale gente muy potente, como Nino (Saturnino Fernández), conocedor del Diálogo Social; Ignacio (Fernández), que ha llevado la cultura del movimiento obrero a todos los rincones de la Comunidad; Enrique Castillejos, que aguantó el envite financiero; y Carmen Álvarez, que es todo inteligencia y sabiduría. Somos gente que estuvimos en la constitución del sindicato. Con nosotros también se acaba un ciclo de sindicalistas de aquella época. Pero está garantizada la continuidad y lo van a hacer seguramente mejor que nosotros.
¿Qué destacarías de Ana Fernández?
Es una persona de consenso, está muy preparada y tiene capacidad para dirigir como así lo ha demostrado.
¿A qué retos se va a enfrentar?
Los desafíos del movimiento obrero pasan por defender la democracia y con ello los avances sociales y mantener el sistema social europeo. Aquí en Castilla y León pues a ver qué nos depara un posible nuevo acuerdo para el próximo Gobierno regional, otra vez con Vox y los partidos localistas y a ver que actitud toma el PSOE sobre un posible cordón sanitario. Es muy importante también que la patronal de un salto cualitativo en percibir el mundo de la empresa con derechos.
¿Cuál va ser su futuro en la organización?
Voy a estar a disposición de mi sucesora el tiempo necesario, estimo más o menos un año. Me gustan muchos campos del sindicato, bueno casi todos, pero he elegido uno donde no coincida con la actividad diaria de la nueva secretaría general, que es la actividad internacional. Lo que tengo que hacer es desaparecer para dejar todo el espacio a ella. Voy a hacerme cargo del tema internacional, de cooperación sindical y derechos humanos fundamentalmente, pero en el exterior, en la Fundación Paz y Solidaridad Esteban Riera.
¿Su mensaje de despedida de la primera línea de lucha sindical?
Yo amo el sindicalismo -emocionado-. Es una declaración personal. Merece la pena ayudar a la gente y donde mejor se puede ayudar a la gente a conseguir mejores condiciones de trabajo, mejores salarios, mejor vivienda, mejores servicios públicos, es desde el sindicalismo. Los parlamentos y los gobiernos cambian, pero nosotros siempre estamos ahí y el sindicalismo mejora mucho la vida de la gente. Y merece la pena.