Fernando Valera, ante el fallecimiento de un cura ordenado en febrero: “Los planes de Dios no son nuestros planes”

​El obispo de Zamora dirige una carta abierta a la familia del sacerdote Javier Prieto, fallecido ayer, a los 38 años.
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Fernando Valera


El obispo de Zamora, Fernando Valera, recordó hoy que “los planes de Dios no son nuestros planes” y que “los caminos del Señor no son nuestros caminos”, en una carta abierta dirigida a la comunidad cristiana de la provincia y a la familia de Javier Prieto, sacerdote fallecido repentinamente ayer, a los 38 años.


“La muerte de Javier Prieto, ordenado presbítero hace poco más de dos meses, nos vuelve a recordar que los planes de Dios no son nuestros planes. Hoy todo son preguntas. Hoy todo es misterio. Hoy todo es silencio”, afirmó monseñor Valera Sánchez.


“Una y otra vez, resuena en mí, hoy, ante vosotros, el texto preferido de Javier. Y es, precisamente, una pregunta de san Pablo en la carta a los Romanos que expresa lo que quiso ser su ministerio: ¿Quién nos separará del Amor de Dios? Ni la espada, ni la tribulación, ni muerte ni vida podrá separarnos del Amor de Cristo Jesús Señor nuestro”, expuso.


“La diócesis de Zamora, que había vivido con intensidad y alegría la ordenación de un nuevo sacerdote, se encuentra sumida en un profundo dolor. La muerte nos desgarra, nos inquieta y nos desborda siempre. Pero, cuando la muerte es de alguien tan joven, con tantos proyectos por delante, con una ilusión desmedida por entregarse a los demás, con toda una vocación por entregar… nos descoloca”, reconoció.


En este sentido, el obispo de Zamora incidió en que “no podemos de hacernos preguntas que, incluso, van dirigidas al mismo Dios” y apostilló: “Y hoy, como nuestro Señor en la cruz, miramos al cielo para decirte: Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?”.


“Este presbiterio, que tan necesitado está de nuevas vocaciones, de entregas generosas, de vidas valientes que digan sí, adelante, contigo iré Señor, se queda hoy sin el más pequeño, sin el benjamín de sus sacerdotes, sin un joven con un vigor y una fuerza incansable, con unas virtudes y valores que había decidido entregar a nuestra pequeña viña de la diócesis de Zamora”, lamentó.


El obispo de Zamora advirtió a la feligresía que “no va a ser fácil soportar este duelo, rehacerse por dentro, y seguir” y que “no va a ser fácil entender que el Señor haya cambiado la alegría de hace apenas unas semanas por este llanto y entender qué significa ‘hágase tu voluntad’.


De esta forma, se dirigió a los padres de Javier Prieto y les recordó que “hoy, se hace realidad para vosotros lo que significó, hace algunos años, entregar a vuestro hijo a la iglesia” y apuntó: “Dio fruto abundante durante su vida, durante su ministerio y, hoy, ha dado ya el fruto definitivo. Fue absolutamente feliz. Tenéis que repetíroslo muchas veces. Fue absolutamente feliz. Dios le hizo feliz. Y así lo vivió él”.


Por último, hizo hincapié en que la ciudad de Toro “lo fue todo” para Javier y su ministerio. “En los pocos meses que llevaba aquí destinado, Toro y sus gentes, los niños, los jóvenes, las cofradías y el colegio habían tomado todo su corazón de pastor. Y este lote hermoso, esta heredad le recibirá para siempre”, aseguró.


“Por expreso deseo de su familia y por la generosidad de las Hermanas del Amor de Dios, el cuerpo de Javier descansará para siempre en el cementerio de Toro, en la sepultura de las hermanas. Gracias Javier por tu vida. Tu muerte nos ha partido el alma. Solo la vida que no acaba es ahora, más que nunca, hontanar de nuestra esperanza”, concluyó.