La cuenca del Duero cierra el año hidrológico con los embalses al 31,7% y la CHD aborda el nuevo ejercicio con “más optimismo”

La CHD valorará la autorización de riegos “esporádicos” en octubre en los sistemas donde las dotaciones estimadas de referencia no se han alcanzado y la situación hidrológica lo permita.
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Orilla duero


El año hidrológico finaliza el próximo sábado, 30 de septiembre, con los embalses gestionados por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) al 31,7 por ciento de su capacidad total, un valor superior al de hace un año (28,9 por ciento) y ocho puntos porcentuales por debajo de la media de la década (39,6 por ciento). Una situación que, según el organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, permitirá abordar el inicio del nuevo año hidrológico con “más optimismo”, aunque siempre pendientes de la evolución climatológica de los próximos meses. “Somos optimistas pero con cautela”, añadió.


La cuenca ha sufrido de nuevo un año seco, de forma generalizada, si bien con efectos desiguales en cada uno de los sistemas. Este año la climatología ha sido muy variable ya que se han registrado mínimos históricos en cuanto a aportaciones a la mayoría de los embalses de la cuenca en los meses de abril y mayo, en especial, en los sistemas Pisuerga y Arlanzón que, junto al Águeda, no han alcanzado el 80 por ciento de las aportaciones medias en el primer semestre del año. 


La presidenta de la CHD, María Jesús Lafuente, apuntó hoy que las expectativas existentes en los primeros meses de campaña auguraban un escenario “complejo” para su desarrollo. Sin embargo, precisó, la climatología de los meses de junio y septiembre, con una “drástica” reducción de la demanda de agua de los regadíos, ha permitido llegar a 30 de septiembre con unos niveles de reservas en los embalses superiores a los previstos, facilitando así el desarrollo de la campaña de riego, aunque no pudiendo evitar la aplicación y permanencia de limitaciones extendidas durante toda la campaña en el sistema Pisuerga – Bajo Duero.

Salvo las limitaciones en este sistema, la campaña de riego se ha desarrollado en la cuenca, según Lafuente, de forma “satisfactoria” y “sin graves trastornos”. En este sentido, manifestó que todos los sistemas de explotación cumplirán con los volúmenes de embalse que se habían fijado como mínimos para el final del año hidrológico por la Comisión de Desembalse. 


Además, la climatología favorable del final del verano, con las copiosas lluvias, no ha significado un aumento de las reservas en los embalses, como es de esperar en esta época del año. Eso sí, ha supuesto una reducción “drástica” de las necesidades de aportación desde los pantanos. 


El embalse de Villameca finaliza el año hidrológico con un 20,6 por ciento de reservas, 14 puntos más que hace un año, una situación normalizada para afrontar el inicio del 2023- 2024. Por su parte, el embalse de Barrios de Luna también se encuentra en una marcada mejor situación que hace un año, con el doble de reserva que en aquel momento (58,8 hectómetros cúbicos frente a 27,7 hectómetros), aunque algo por debajo de los valores medios. Los embalses del sistema Esla (Riaño y Porma) se encuentran con unos niveles de reserva sustancialmente inferiores a los habituales (26,6 y 27 por ciento, respectivamente), una situación que se repite por segundo año consecutivo. 


El sistema Carrión y el sistema Pisuerga han podido finalizar el año con el 20,8 y el 15 por ciento, respectivamente, de sus reservas, gracias a las precipitaciones recibidas en la meseta durante el mes de septiembre, que han permitido reducir los consumos en las zonas regables. El embalse de Cuerda del Pozo (Alto Duero) mejora su situación con respecto a hace un año (41,6 frente al 32 por ciento), aunque sigue sufriendo los efectos de la sequía y se mantiene alejado de los valores habituales para esta fecha (52,7 por ciento). 


Por su parte, el sistema Arlanza se encuentra en una peor situación (50,7 por ciento) a la de hace un año, fruto de la marcada escasez de aportaciones durante los últimos años. Los sistemas Riaza y Adaja finalizan el año hidrológico con valores muy similares a los del año pasado y a los medios (49,3 y 45,9 por ciento respectivamente); y el sistema Tormes termina con un volumen de embalse apreciable (46,3 por ciento), en mejor situación que hace un año y muy cerca de los valores habituales. Los embalses del Águeda, por su parte, presentan una situación más favorable que la habitual.


Mapas de sequía 

Respecto a la situación de sequía meteorológica en la cuenca, la CHD subrayó en un comunicado, recogido por la Agencia Ical, que el año hidrológico 2022-2023 comenzó en una situación “muy comprometida”, ya que a final de noviembre un 70 por ciento de la superficie de la cuenca se encontraba en situación de sequía prolongada. Las copiosas lluvias de diciembre y enero hicieron que de enero a mayo toda la cuenca se encontrara en normalidad. A partir de mayo la superficie de la cuenca en situación de sequía prolongada fue creciendo hasta alcanzar un 90 por ciento en julio de 2023, lo que ofrece una idea de la audiencia de precipitaciones y escorrentías en primavera. Con respecto a la escasez, señalar que se ha finalizado el año hidrológico con un 40 por ciento de la cuenca en situación de alerta o emergencia, situación que se ha centrado en las UTEs centrales de la cuenca Carrión, Pisuerga y Bajo Duero, lo que justifica las mayores restricciones de uso del agua aplicadas en estas UTEs. 


El año hidrológico 2022-2023 comenzó con siete UTEs con sequía declarada por el Organismo de cuenca como Támega-Manzanas, Tera, Órbigo, Torío-Bernesga, Carrión, Pisuerga y bajo Duero que ocupan el 38 por ciento de la superficie de la cuenca. En marzo de 2023, debido a las copiosas lluvias de diciembre y enero, salieron cuatro UTEs de esa situación, permaneciendo en situación excepcional de sequía prolongada ToríoBernesga, Pisuerga y Bajo Duero que ocupan un 20 por ciento de la superficie de la cuenca.


Los indicadores complementarios de aguas subterráneas en aguas altas (registros de primavera) reflejan una situación de normalidad en cinco de las seis masas de agua analizadas (probablemente debido a las lluvias de diciembre y enero), siendo la masa de agua Toro-Tordesillas la que ha experimentado peor recuperación.