Juicio HVL- “Estábamos preocupados. Se comentaba en el cuarto de aseo”, afirma un picador sutirador

​Otro minero coincide en que “había una sensación de inquietud con esa bóveda que no hundía”.
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El picador sutirador Javier Cabello, que el día del accidente que le costó la vida a seis mineros el 28 de octubre de 2013 en la Hullera Vasco Leonesa quedó desvanecido por la acción del grisú, declaró hoy en el juicio que se celebra en León y afirmó que, a su entender, las condiciones de la explotación no eran óptimas. “La cosa no estaba buena y estábamos preocupados. Se comentaba en el cuarto de aseo, se hablaba de cómo iba la rampla esa”, manifestó.


“Estábamos preocupados por el gas y la bóveda que había allí. Era una bóveda grande y llevaba muchos días en bóveda la rampla. Estábamos nerviosos porque la rampla estaba mala”, señaló y dijo también que esas impresiones le fueron trasladadas al delegado de seguridad y al vigilante “Y él ya sabe lo que tiene que hacer”. “Yo no sé si se podía haber evitado porque no soy técnico de minas. Ahora, que allí había una bóveda grandísima; eso sí, porque lo vi yo. Y eso era bastante peligroso”, dijo.


Respecto a las vías existentes para comunicar incidencias de seguridad o posibles quejas al respecto, comentó que “eso de denuncia anónima no existe” y añadió -preguntado al respecto- que “muchas veces sí había represalias, cambios de relevo y de cortes; donde se ganaba menos”.


El día de los hechos regresaba al tajo después de comer el bocadillo. “Noté una corriente de aire muy fuerte y mucho polvo y no podía respirar. Fue como un golpe grande y el bufido del aire por la galería adelante. Me agaché, me agarré a un hastial y cuando vino Amancio (un compañero) a por mí me ayudó, porque yo ya no salía. Nos pusimos los auto-rescatadores y volvimos a entrar a ver si se le podía echar una mano a alguien. De ahí para adelante ya me habían sacado a mí y estaba en la calle. Yo no llegué a verlos”, relató sobre los compañeros fallecidos, y matizó que su auto-rescatador, que se colocó en las escaleras del pozo, “se agotó” y que desconoce los motivos.


El picador sutirador Amancio Viñayo fue otro de los testigos llamados a declarar este lunes. En el momento del accidente estaba comiendo el bocadillo cuando notó “un fuerte viento de golpe” y pensó que había sucedido algo. Cuando llegó junto a un compañero tuvo que asistirle para abandonar ambos la zona y después ambos se colocaron el auto-rescatador y entraron “sin saber lo que había pasado y teníamos seis compañeros dentro”. “No recuerdo hasta dónde llegué, ni nada. Quedé inconsciente”, añadió.


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Coincidió con su compañero en que en el taller siniestrado “había una sensación de inquietud con esa bóveda que no hundía y los niveles de gas siempre tiraban alto. Lo normal es que se cree una bóveda, pero que hunda más rápido. El macizo séptimo era el que más gas daba”. Respecto a si se habían emitido quejas al respecto, apuntó que “el vigilante era consciente de lo que había allí. Estaba todos los días, como yo, y lo pondría en conocimiento de quien fuera. Lo veía como nosotros”.


Sobre la ausencia de protestas manifiestas sobre las condiciones de trabajo en la zona afectada dijo que “lo normal es comunicarlo a tu mando inmediato; no saltarte todos los pasos”. “La gente que estaba ya sabía cómo estaba. Si protestabas mucho, como represalia podían cambiarte de relevo o mandarte a otro sitio donde ganar menos”, afirmó.


El picador sutirador Roberto Julián Crespo cerró las comparecencias. Acudió al rescate tras el suceso y también tuvo que ser asistido. “Llegué al pozo y estaba el capataz, subiendo me encontré con Amancio y Cabello. Vi que estaban intentando reanimar a uno de los fallecidos. Me puse el auto-rescatador y para dentro. No llegué al taller; me encontré con unos compañeros que llevaban a un fallecido, le cogí una pierna y salí con ellos. Allí le dejamos y volví a entrar para sacar a otro y noté que se me caía de las manos y ya no me enteré. Notaba mucho calor en la garganta. Costaba respirar”, detalló y señaló que hizo uso del auto-rescatador pocos minutos.


Preguntado por las supuestas condiciones de riesgo extraordinario en la zona siniestrada, que no era donde ejercía su labor, reconoció que “se comentaba que no acababa de hundir, que había mucho gas; se salía muchas veces por eso. Ese macizo siempre ha dado muchísimo gas” y añadió que en una ocasión escuchó a un compañero hacer un comentario al respecto delegado minero. El testigo pidió permiso a la jueza para concluir su testimonio dando las gracias a quienes le rescataron.


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El primero en prestar testimonio este lunes fue otro trabajador del Pozo Emilio, el picador Juan Manuel Menéndez, severamente afectado por el escape de grisú. “Sinceramente, no me acuerdo de nada. Lo único que vi fue algunas declaraciones por la tele que me dieron vergüenza. La verdad que me da pena no acordarme”. “Estaba dentro de la mina. Entrarían a ayudarme a mí, porque si yo estaba allí... El grisú no perdona”, dijo y también respondió sobre su situación actual: “No valgo casi para caminar, cómo voy a trabajar. En la mina hay que trabajar de verdad; no se va a pasear. Bueno, alguno sí iba”.


También declaró, por videoconferencia y con intérprete, un minero húngaro trabajador de una Unión Temporal de Empresas, UTE, al que también se le reconoció una invalidez después del siniestro. “Noté el aire, una ráfaga de aire fuerte, como que se diera la vuelta. Como tenía mucha experiencia me di cuenta de que había pasado algo y decidí ir a la zona, porque estaba cerca”, relató sobre el día de los hechos, cuando precisó ser asistido después de acudir -según señaló- a ayudar al traslado de las víctimas. A preguntas de los letrados afirmó que “sabía que ese sitio era peligroso porque había exceso de metano”.


El juicio que se sigue en el Juzgado de lo Penal número 2 de León se reanuda a las 9.30 horas de este martes con la declaración de otros cinco testigos de las acusaciones del caso, que reclaman seis años y medio de cárcel para los 16 hombres que se sientan en el banquillo, mientras el fiscal solicita penas de tres años y medio de prisión.