Nueve de cada diez profesionales de la enfermería están estresados por la carga de trabajo derivada del covid

El informe también señala que el 70% sufre el síndrome del profesional ‘quemado’.

|

Enfermeros


La sobrecarga y tensión laboral sufrida por las enfermeras y enfermeros durante la pandemia ha supuesto "un notable empeoramiento de su salud a nivel físico y psicológico". Siete de cada diez sufren el síndrome del profesional ‘quemado’ y casi nueve de cada diez se sienten estresados, mientras que la ansiedad, el temor o la angustia afecta a la práctica totalidad de estos profesionales.


Así se desprende de una encuesta realizada por el sindicato de enfermería SATSE, a un total de 11.645 enfermeras y enfermeros de todas las autonomías durante el pasado mes de febrero y que evidencia de forma clara y rotunda que la falta de protección, medios y profesionales ha perjudicado al conjunto de estos profesionales que, desde el inicio de la pandemia, han puesto en claro riesgo su salud y seguridad, así como la de sus personas más cercanas.


NEGATIVAS CONDICIONES LABORALES

Asimismo, según un comunicado de SATSE recogido por Ical, esta situación de riesgo para la salud  se suma a las negativas condiciones laborales de Castilla y León y al hecho de que son los profesionales de Enfermería peor pagados de España. “Han tenido que doblar turnos, se les han cancelado permisos y descansos para atender las enormes necesidades asistenciales y han puesto en riesgo su propia vida, y sin embargo, eso no se ha traducido en una mejora retributiva en Castilla y León”, se denuncia desde el sindicato.


Según el estudio, en los últimos meses ha crecido en 13 puntos la sensación de estar ‘quemado’ con el trabajo, pasando de un 56 por ciento a un 69 por ciento de los profesionales encuestados, mientras que el estrés ha aumentado de un 78 por ciento a más de un 88 por ciento, diez puntos más.


De igual manera, el sentimiento de agotamiento emocional también se dispara pasando de un 75 por ciento a más de un 88 por ciento de las enfermeras y enfermeros consultados, mientras que baja en casi 10 puntos el sentimiento de realización con el trabajo que se desempeña en su correspondiente unidad, servicio o centro sanitario, situándose éste en apenas un 40 por ciento.


Satse viene realizando desde 2012 estudios de manera periódica para analizar las consecuencias a nivel psicológico y físico que tiene en las enfermeras y enfermeros su labor asistencial y de cuidados y, lejos de mejorar, sigue constatándose un empeoramiento generalizado que, en esta ocasión y a consecuencia de lo sufrido durante los meses de crisis sanitaria, es más grave y preocupante.


La encuesta también se interesa por los principales síntomas que las enfermeras y enfermeras aseguran padecer a consecuencia de su trabajo, tanto a nivel físico (tensión muscular, alteraciones del apetito o del sueño, problemas sexuales…), como a nivel psicológico y emocional (nerviosismo, ansiedad, temor, angustia, irritabilidad, dificultad en la concentración…)


En concreto, un 96 por ciento de los enfermeros y enfermeros encuestados manifiesta haber sufrido inquietud, nerviosismo, ansiedad, temor o angustia, de los que cerca de un 60 por ciento reconoce padecerlo de manera frecuente o muy frecuente, mientras que nueve de cada diez han sentido que la situación vivida les supera.


FACTURA

De otro lado, el 92 por ciento de los profesionales que han realizado la encuesta de SATSE declaran tener alteraciones del sueño y un 83 por ciento alteraciones del apetito. “La pandemia ha pasado una clara factura a la salud física, psicológica y emocional de las enfermeras y enfermeros y, por el momento, las distintas administraciones competentes no han avanzado en su compromiso reiterado de mejorar sus condiciones laborales y profesionales para que puedan atender y cuidar a los demás en entornos laborales saludables”, se critica desde el sindicato.


Por último, Satse advierte que esta grave situación de estrés y sufrimiento psicológico y físico no puede prolongarse “ni un minuto más” y, por ello, exige a los gobiernos estatal y de las distintas autonomías que, con carácter urgente, pongan en marcha medidas estructurales de recursos y medios para acabar con esta insoportable situación.