En un comunicado recogido por Ical, solicita a su vez a las comunidades autónomas que hagan una valoración de los daños ambientales en el ámbito de sus competencias, algo que “implica un esfuerzo extraordinario sumado a los trabajos de extinción”. Asimismo, requiere al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y a las autonomías la puesta en marcha de forma urgente de un Control Operativo del estado de las masas de agua de sus competencias (cuencas intercomunitarias en el caso del Miteco, y cuencas intracomunitarias en el de las comunidades autónomas) a través de sus redes de seguimiento.
El coordinador del Área de Espacios y Especies de SEO/BirdLife, Mario Giménez Ripoll, apunta a que “los principales esfuerzos deben realizarse en las zonas de captación de aguas para abastecimiento, zonas sensibles, Red Natura 2000 y Reservas Naturales Fluviales”.
Desde la ong subrayan su “profunda preocupación” por los efectos que tendrán las lluvias en las zonas quemadas, muchas de ellas con elevadas pendientes, donde la escorrentía se magnificará por la pérdida de vegetación y el desarrollo de suelos hidrófobos, en los que el agua será arrastrada tras haber perdido su capacidad para absorberla. Al efecto del arrastre de cenizas y suelo fértil, y de la erosión, se suman los de la presencia de nitratos, carbono orgánico, iones o metales que afectarán a las masas de agua de esas cuencas. El resultado, auguran, será un aumento de amoniaco y nitratos, cambios en el pH, incremento en la turbidez y disminución del oxígeno, o contaminación por pirorretardantes empleados durante las labores de extinción de los incendios. Las esperadas lluvias tendrán efectos invisibles cuando la atención ya no esté en estos montes quemados.
Para la coordinadora del Área de Gobernanza Ambiental de la entidad, Eva Hernández, “los efectos de la no actuación para proteger el suelo y las aguas tras los incendios forestales puede tener un gran impacto, como ocurre con las réplicas tras un terremoto”. Por ello, considera “fundamental, tras el diagnóstico ‘postincendio’, poner en marcha medidas urgentes guiadas por criterios científicos, priorizando soluciones basadas en la naturaleza, y generar las condiciones para la recuperación de la vegetación potencial, con especies autóctonas, por ejemplo, con una visión a largo plazo”.