La ‘venia’ de los pendones emociona un año más a miles de romeros, que rememoran el camino a La Hiniesta de la Virgen de la Concha

La localidad, al ritmo de dulzainas, tambores, platillos y gaitas sanabresas, se viste de gala este Lunes de Pentecostés para recibir a sus hermanos de la patrona de Zamora
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FOTOS: ANDRÉS M.H.


La ‘venia’ de los pendones emocionó un año más a miles de romeros a las puertas de la localidad de La Hiniesta, en un acto que rememoró el camino de la Virgen de la Concha desde Zamora a esta población. Y es que todos los lunes de Pentecostés se celebra esta popular romería, de todos los zamoranos, en la que la Virgen viaja desde la ciudad hasta este lugar para rememorar el camino en el que acompañó a la Virgen de La Hiniesta desde su refugio temporal en la iglesia de San Antolín, donde habita la primera, hasta su nuevo hogar en este templo.


Poco antes de llegar al pueblo, con la presencia de los pendones de ambas cofradías, que se entrelazaron como si fuera un abrazo, en un baile muy aclamado y esperado, los alcaldes de ambos ayuntamientos se intercambiaron los bastones de mando, recibiendo cada uno el suyo, después de que el Día de San Marcos, en abril, se los cambiaran por primera vez.


La tradición señala como origen de la romería el hecho del traslado de la Virgen de la Hiniesta, tras su hallazgo milagroso, hasta la ciudad de Zamora mientras se producía la construcción de su templo, por lo que fue depositada en la iglesia de San Antolín junto a la Virgen de la Concha, germen de la histórica vinculación entre ambas imágenes. Terminada las obras del mismo, regresaría a La Hiniesta el lunes de pascua de Pentecostés de 1291, fecha desde la que existe documentación de esta romería, como constata a Ical la presidenta de la Cofradía de la Virgen de la Concha, Belén Panero, quien hoy participa de todo el protocolo de la romería y vigila que todo salga bien. “La Virgen ya no dejó de ir anualmente a La Hiniesta en romería desde aquel año”, comenta.

Hoy, de nuevo miles de personas, a pesar del calor, con casi 30 grados que caían a mediodía en la localidad, acompañaron a los pendones, la cruz procesional y la talla de la Virgen, junto a los niños que este hacían su primera comunión y los quintos de 2025. Y siempre con la música de fondo: ‘1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8… Cooooncha!, gritaba al unísono el gentío.


Las primeras noticias del desarrollo completo de la romería figuran en los estatutos conocidos, de 1503. En el articulado que regía a la cofradía, probablemente en vigor desde finales del siglo XV, se detalle un protocolo para la celebración de la romería perfectamente reconocible en los pasajes que se viven hoy en día cada lunes de Pentecostés.


El ceremonial comenzaba a las 5 de la mañana, con las primeras luces del día se citaban los hermanos en la iglesia de San Antolín para celebrar misa de Nuestra Señora. Finalizada, comenzaban los preparativos de la romería que daba comienzo a las seis de la mañana. La comitiva la abrían la seña y el pendón de la cofradía, tras ella se disponían los hermanos portando cirios encendidos, seguía una representación del apóstol Santiago llevada por dos clérigos del brazo y las andas con la imagen de la Santísima Virgen a hombros de cuatro sacerdotes.


La representación del apóstol Santiago, que participaba desde finales del siglo XV tras la fusión de su cofradía con la de Nuestra Señora de San Antolín, no era una talla si no un hombre revestido de máscara y ricas telas para representar la figura del santo compostelano. Este tipo de figuraciones se conservan todavía en procesiones y celebraciones litúrgicas en España. Uno de los ejemplos más destacados es el Corpus de la localidad leonesa de Laguna de Negrillos.


Esa liturgia, en parte, se mantiene a día de hoy, si bien la procesión no se inicia hasta las 8 de la mañana. Hoy en día la estación se realiza ante la Virgen del Yermo, el saludo entre la cofradía y la parroquia es el viejo recuerdo de la vinculación secular de ambas comunidades. Las ‘venias’ entre las imágenes de la Virgen son la manifestación plástica del encuentro.


De hecho, sobre las 9.30 horas se hizo una breve parada para rezar un responso por el alma del rey Sancho II de Castilla; y sobre las 11 horas se rezó la habitual salve cuando se divisó por primera vez el santuario de La Hiniesta, en el conocido como ‘Teso de la Salve’.


Al llegar a la Hiniesta la comitiva de Zamora fue recibida por los vecinos de la Hiniesta, encuentro manifestado en el saludo de rúbricas que realizan los pendones, insignias que representan a la comunidad que los porta. Desde ahí la comitiva se dirigió a la iglesia, de bello pórtico gótico, donde se produjo uno de los hitos más significativos de la romería: la Virgen de la Concha en el sentido opuesto a las agujas del reloj bordea el perímetro del templo, una tradición que se conserva desde la ceremonia de consagración de la iglesia en pleno siglo XIII.


A continuación se celebró la misa ante la imagen de la Virgen de la Hiniesta. Finalizada la función religiosa se produjo un tiempo de convivencia y hermandad para reponer fuerzas antes de regresar a la ciudad.


La leyenda del Santuario

La leyenda relata, tal y como desgrana la Cofradía, que a finales del siglo XIII, el rey Sancho salió de caza, y cuando perseguía una perdiz que se había refugiado en un arbusto de retama halló la imagen de una virgen a la que prometió erigir un santuario en su nombre. Para ello liberó de cargas y pechos a doce colonos, que fueron los encargados de levantar el edificio, que es el resultado de una serie de etapas constructivas que abarcan desde el siglo XIII hasta el XVII.


Al sur del tramo central de la nave se abre una portada gótica, escondida bajo un amplio pórtico con bóveda de crucería. En los laterales de esta portada se hallan dos galerías de arcos ciegos. Los inferiores se apoyan sobre un banco corrido y los superiores, cobijados por doseletes, contienen esculturas de santos y personajes bíblicos entre las que estarían la Virgen de La Hiniesta, un ángel anunciador y otra virgen en estado de buena esperanza que se trasladaron al interior del templo. Lo más destacado de la portada es el tímpano, dividido en dos registros: en el interior se representa la despedida de los Reyes Magos de Herodes hasta su llegada a Belén; en el superior, Cristo Juez entre San Juan y la Virgen.


En la década de 1720 se levantó la torre espadaña. Fue declarado Monumento Histórico por decreto de 2 de marzo de 1944.


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