El objetivo es claro. “Está enfocado a la gente más joven y niños. Nunca se enseñó a bailar el pendón, sino que lo aprendimos de generación en generación”. José Luis Gutiérrez, al que todos conocen como ‘Guti’ en Zamora, enseñó a todos los niños y aquellos que mostraron interés por aprender a bailar el pendón en la capital zamorana. Ahora tiene 52 años, y aprendió de nombres tan recordados como los de Ricardo Flecha o Florián Ferrero, que lo enseñaron “con todo el amor”; y “ellos recogieron sus enseñanzas de sus antepasados”, pero “siempre fue algo muy voluntario”.
A una semana de la celebración de la procesión de la Virgen de la Concha entre Zamora y La Hiniesta, la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín ha decidido organizar este taller en plena calle, en la Plaza de San Antolín, para atraer a las nuevas generaciones y garantizar el futuro de esta tradición, el baile de pendones. “Si lo vamos dejando, cada vez seremos menos”, advierte, en declaraciones a Ical.
‘Guti’ señala que “no hay un puesto, es una cosa que ha sido siempre voluntaria”, de un grupo de gente que “ha querido aprender una habilidad”. Esto no prohíbe, añade, que si un año lo quiere bailar alguien más mayor, “siempre se le deja”, aunque admite que “es algo que tiene mucho que ver con la familia y la tradición”.
En todo caso, hasta ahora “nunca hubo necesidad” de realizar este tipo de acciones “porque siempre había gente suficiente para los relevos”. “Ahora hay más problemas para encontrar gente entre las nuevas generaciones, porque es complicada hacerlo. A ver si les metemos el venenos en el cuerpo a los chavales jóvenes”, desea José Lui Gutiérrez, quien explica que a pesar de que “no haber límite de edad”, admite, en el marco más personal, que él, con 52 años, ya se ve “en el límite”. “Hay que tener brazo, espalda, técnica y estar fuerte para hacer el baile”, matiza, razón por la que “la gente que va alrededor del pendón siempre es la misma”.
Bailar el pendón, incide, es algo emocionante en lo personal. “Cada uno se lo dedica a alguien, normalmente que ya no está, con alguna intención especial, y lo ofreces a un fallecido. Yo lo he bailado el año que murió mi madre para dedicárselo a ella”, recuerda, emocionado.
Será el Día de Pentecostés, el 9 de junio, cuando el pendón de San Antolín de Zamora acuda a la Hiniesta, donde le recibirá su pendón a la entrada de la localidad. Allí realizarán la famosa venia, el baile típico de recibimiento, que da paso a una comida. Por la tarde tiene lugar el mismo baile, pero de despedida, porque el de San Antolín vuelve a la capital zamorana. Esta acción se celebró en abril, en el Día de San Marcos, pero al revés, momento en el que La Hiniesta acude a Zamora a invitar al de San Antolín para este Día de Pentecostés.