Sin ánimo de competir con la excelsa Semana Santa de Zamora, la Pasión toresana atesora algunos de los momentos más destacados de una celebración que tiene calidad, hondura y seguimiento suficiente para recibir, en un primer estrato, la declaración de Interés Turístico Nacional.
La figura de los conqueros o ‘cagalentejas’, la acción de vestir los santos el Miércoles, el Canto de las Cinco Llagas, las escenas de hermandad refrendadas por el bacalao en El Espolón, el chocolate, las sopas de ajo, el bizcochón del Cristo del Amparo y un elenco de imágenes que pueden rivalizar con las mejores pasiones de España figuran en un entramado en el que dejan lo mejor de sí mismas las personas adscritas a las ocho cofradías toresanas.
La Venerable Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, la Asociación Parroquial de las Siete Palabras, la Asociación Parroquial del Santísimo Cristo de la Misericordia, la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo, la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, la Cofradía de la Vera Cruz y la Cofradía de la Virgen de la Soledad organizan una docena de desfiles procesionales que conforman una de las pasiones más bellas de España.
La Junta Pro Semana Santa de Toro apuesta por intensificar el trabajo para conseguir que la Pasión toresana sea declarada de Interés Turístico Nacional aunque el barítono zamorano Luis Santana, pregonero de la Semana Santa de Toro de 2025, afirmó que la Pasión toresana “está a la altura” de contar con el reconocimiento de Interés Turístico Internacional.
El presidente de la Junta Pro Semana Santa de Toro, Crescencio Álvarez, es un profundo conocedor de la Pasión toresana, un ‘friki’ de la Semana Santa, como él mismo asegura. Ha sido presidente de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, a la que se adscribió en 1984 y de la que, entre otros recuerdos imborrables, fruto de la tradición familiar, tiene a gala haber sido abad.
Conqueros
En este contexto, es imposible no mencionar la tradicional figura de los conqueros, también conocidos con el inusitado apelativo de ‘cagalentejas’. El Jueves Santo, a mediodía, el atrio de la iglesia de Santa María y Santa Catalina de Roncesvalles acoge el juramento y la bendición de los conqueros, un rito que se ha convertido en uno de los momentos más esperados de la Semana Santa de Toro.
Los cuatro postulantes piden por las cuatro parroquias que había hasta hace unos años en Toro, concretamente, San Julián de los Caballeros, la Santísima Trinidad, Santa María la Mayor y Santo Tomás Cantuariense, aunque ahora se trata de una única parroquia.
“El conquero o cagalentejas es un personaje típico -y yo diría que único- de nuestra Semana Santa. Son cuatro postulantes de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, que los señores abades bendicen el Jueves Santo en ese atrio, ante la imagen de Jesús Nazareno”, explica Crescencio Álvarez.
El cometido de los conqueros es simple y, al mismo tiempo, con una gran hondura espiritual. Deben pedir limosna durante todo el día, hasta que se ponga el sol y, también, el Viernes Santo, durante el transcurso de la procesión, para ayudar a sufragar los gastos de la Cofradía. “Antiguamente, el dinero recabado servía para pagar los entierros de hermanos aunque, hoy en día, eso ya no se hace. Si hay alguna necesidad especial en algún momento se puede hacer. Pero, generalmente, cubren los gastos de la Cofradía”, explica el presidente de la Junta Pro Semana Santa.
La Cofradía, que siempre ha contado con la figura de los conqueros, se estructura en dos secciones: la de Ánimas y la de Jesús, que llevan túnica negra y morada, respectivamente. “Tenían la obligación, desde antiguo. Los estatutos de 1877 ya decían que los hermanos de Ánimas deberían salir todas las noches del año a pedir limosna por la ciudad con una campanilla”, indica.
El paso del tiempo y los consabidos cambios de usos y costumbres hicieron inviable que la petición diaria llegara hasta la actualidad pero la Cofradía conserva primorosamente la tradición de que cuatro hermanos salgan a pedir por las calle en completo silencio, sin decir ni una sola palabra durante todo el tiempo que están cubiertos, una actividad que se extiende hasta el Viernes Santo.
Silencio
El silencio obligado durante la petición de limosna no les impide llamar la atención con una insignia de la Cofradía y los dineros son depositadss en una conca, el tosco recipiente de madera utilizado antiguamente en las bodegas para catar el vino, que da nombre a quien lo porta y que ofrece un sonido inconfundible. Además, el ‘cagalentejas’ porta una vara de madera, de unos 170 centímetros, denominada ‘jesusa’, que golpea pausadamente en el suelo para hacerse oír.
La escatológica denominación de ‘cagalentejas’ procede, según parte de la doctrina, de la comida sencilla que se daba a los postulantes al terminar el Jueves Santo. Los señores abades en ejercicio de la Cofradía les daban una cena o, antiguamente, una comida, en sus propias casas, ya que los hermanos conqueros no pueden entrar en establecimiento ni domicilio alguno. “Esa comida solía ser a base de lentejas y algún niño debió de popularizar la frase de que ‘Ya está aquí el conquero, a cagar las lentejas’, y así quedó”, explica.
Imágenes
La imaginería de la Semana Santa de Toro hace que se salga de sus casillas cualquier persona experta en arte. Sin ánimo ni posibilidad de ofrecer datos exhaustivos, el Cristo de la Expiración, crucificado, en su último aliento, que desfila el Miércoles y el Viernes Santo, es una de esas piezas de tal calidad y belleza que induce a pensar ‘casi mejor, no lo sacamos, no sea que sufra algún daño’ durante el trayecto.
“No podemos olvidar que Toro fue, en el barroco, un epicentro de la imaginería. Todos conocemos la escuela andaluza, la escuela castellana de Gregorio Fernández en Valladolid, y está el foco de Toro, que fue muy importante. Artistas como Sebastián Ducete, Esteban de Rueda, los Tomé... Todos esos artistas dejaron una huella muy profunda en la Semana Santa de Toro y en el arte, en general”, destaca Crescencio Álvarez.
“La familia Tomé, sobre todo, Narciso, autor de una de las grandes obras del barroco español, el Transparente de la Catedral de Toledo, dejaron su marchamo en la Semana Santa toresana.
Desgraciadamente, perdimos muchas obras en incendios pero perduran obras muy importantes”, recalca.
El Cristo de la Expiración, obra atribuida a Sebastián Ducete y a Esteban de Rueda, “impresiona, cuando lo ves en la calle el Miércoles Santo”, en la procesión “hecha para rezar”, organizada por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad. “La verdad es que impresiona en cualquier momento que vayas a la iglesia del Santo Sepulcro a rezarle”, puntualiza.
A vuelapluma y en absoluto riesgo de dejar de nombrar obras muy destacadas, el Lunes Santo, la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo hizo su recorrido con una imagen de la escuela de Juan de Juni que llama la atención al más profano y desinteresado por la Semana Santa, la religiosidad popular y el arte. “Es una obra salida, con toda probabilidad, del taller de Juan de Juni. Evidentemente, tiene todos sus rasgos, sus expresiones, sus formas, en la anatomía. Es muy impresionante”, rubrica.
Vestir santos
Entre la multitud de momentos de la Pasión toresana que pueden quedar velados si no se baja al detalle, figura el acto de vestir santos, tarea reservada para la tarde del Miércoles Santo, cuando la Junta Rectora de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla prepara los pasos y deja todo dispuesto para la procesión.
“Durante el Miércoles Santo, la iglesia de Santa Catalina es un hervidero de gente que se dedica a poner faldillas, limpiar, vestir las imágenes y luego termina con una merienda de hermandad, en la que los abades en ejercicio de la Cofradía invitan a los abades viejos al tradicional bacalao al ajo arriero con vino y pan de Toro”, relata el presidente de la Junta Pro Semana Santa.
“Solo los abades están presentes. Es un acto muy, muy íntimo, que define que la Cofradía es más que salir en procesión o acompañar a las imágenes, ya que todo es hermandad”, apunta.
En este sentido, Crescencio Álvarez insiste en que “no solo es salir a desfilar, a acompañar a Jesús, a su madre… por las calles”, ya que las cofradías también deben “formar hermandad” entre sus componentes, por lo que tienen mucha relevancia los momentos tras la procesión.
Molleta de pan
“La Misericordia, con un chocolate y unos bizcochos, en la procesión del Miércoles Santo, tras las Llagas, unas sopitas de ajo para entrar en calor, o el Lunes Santo, el bizcochón del Cristo del Amparo, son detalles que hacen hermandad dentro de las cofradías”, enumera.
“En la Cofradía de Jesús Nazareno y Animas de la Campanilla estaba el gremio de los molineros de la ciudad, quienes tenían el privilegio de cargar la imagen de Jeszús Nazareno en la procesión. Hoy se sigue entregando, después del desfile, una molleta de pan a cada hermano en recuerdo de esa gremio”, recuerda.
También, el Miércoles Santo, tras la procesión del Via Crucis, cuando la imagen de Jesús Yacente llega a la Real Colegiata de Santa María, se va cantando y rezando a cada una de las llagas de Cristo, con la respuesta del pueblo a la interpretación del coro: ‘Oh, mi Dios crucificado; oh, mi Cristo del dolor. Haz que siempre yo te adore, haz que ame tu Pasión’. “Un acto íntimo. La Colegiata resuena a lo grande. Todo el mundo canta y adora a Jesús Yacente y termina con un besapiés a la imagen”, describe.
En medio del impresionante despliegue y la vistosidad de buena parte de la Pasión toresana, también destaca la procesión de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que sale el Jueves Santo, a las nueve de la noche, de la iglesia de San Juan Bautista; un desfile sumamente bello, por sencillo y austero.
Tres devociones marianas
Toro profesa una gran devoción mariana, que se materializa de forma especial por triplicado, concretamente, Nuestra Señora de los Dolores, en la iglesia de San Julián; la virgen de la Soledad, en la iglesia del Santo Sepulcro, con la imagen de Jesús Yacente, a sus pies, y Nuestra Señora de las Angustias en su Soledad, en la iglesia de Santa Catalina.
“Están en vela en sus respectivos templos durante todo el Sábado Santo. Estas tres imágenes reciben el pésame del pueblo de Toro. Cualquier toresano o visitante puede entrar a los templos, donde encontrarán a la Madre, esperándoles, como cualquier madre que ha perdido a su hijo”, apunta.
“El Sábado es un día muy especial en cualquier Semana Santa. Quizá no sea el más espectacular, pensando, por ejemplo, en la Semana Santa de Sevilla, pero no deja de ser espiritual y sobrecogedor”, asegura.
Desnudez
Una curiosidad más de la Semana Santa de Toro radica en el paso de ‘La Desnudez’, de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla, que fue restaurado el año pasado, junto con ‘La Flagelación’, gracias a un acuerdo entre la Diputación y el Obispado de Zamora, además de una aportación de 3.000 euros de la propia hermandad.
“Este paso tiene la leyenda de que un joven de vida licenciosa se atrevió a invitar a Barrona -el del barreño- a cenar. Por permisión divina,el personaje, Barrona, se presentó al convite y el padre del joven, viendo el sacrilegio cometido por su hijo, con sigue que Barrona desaparezca del convite echando agua bendita”, relata.
“Esta leyenda de carácter toresano pudo inspirar a fray Gabriel Téllez, Tirso de Molina, su famosa obra ‘El Burlador de Sevilla y convidado de piedra’, posiblemente”, concluye.