Las sopas de ajo son las protagonistas la madrugada del Jueves al Viernes Santo en la parada de la procesión de la cofradía del Jesús Nazareno en Las Tres Cruces para que los hermanos repongan fuerzas, los almendras garrapiñadas se convierten en el dulce favorito en estos días, pero, si hay un plato típico y arraigado en la gastronomía zamorana durante la Semana Santa que hoy finaliza ese es el ‘dos y pingada’.
Un manjar para muchos, cuya principal característica es la sencillez. Se trata, simplemente, de dos huevos fritos, un par de lonchas de jamón pasadas por la sartén y pan. Si es de Carbajales de Alba, localidad zamorana famosa por sus excelentes hogazas, mejor que mejor. Algo tan simple llena cada Domingo de Resurrección, tras la última procesión de la Semana Santa, que finaliza ya pasada la uno del mediodía, los bares y restaurantes de toda la capital. Se trata del almuerzo típico de este día y, en muchos casos, es imposible degustarlo en algún local de los muchos que ofertan como menú del día el ‘dos y pingada’ si no se ha hecho una reserva algunos días antes. Pero no sólo los bares, también en muchos de los hogares zamoranos se opta por esta comida para dar por finalizada la Semana Santa. Ya sea en casa o en la calle, el ‘dos y pingada’ se convierte así en una excusa más para alargar estos días de fiesta y tener la última comida con los familiares o los amigos.