Bercianos de Aliste (Zamora) y su procesión ‘de las vestimentas’, porque “todavía no son mortajas”

Los desfiles de la localidad centran buena parte de la atención que no se queda en la capital zamorana
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Semana Santa Bercianos de Aliste


Sin olvidar el fuste espiritual y la religiosidad popular que dan sentido real a la Semana Santa, la Pasión en Zamora ofrece momentos únicos, no solo en la capital zamorana, sino también en la provincia.

En este sentido, brillan de forma especial las procesiones de Bercianos de Aliste, en el municipio de San Vicente de la Cabeza, adonde acude, año tras año, un creciente número de fieles y de turistas, en muchos casos, ambos, al mismo tiempo, para conocer la Semana Santa en el corazón de la comarca de Aliste, con más de cinco siglos de tradición y, en este caso, declarada Bien de Interés Cultural de carácter Inmaterial y Fiesta de Interés Turístico Regional.


La procesión de capas pardas alistanas, que sale pasadas las cuatro y media de la tarde del Día del Amor Fraterno, el Jueves Santo es, probablemente, la más conocida de la provincia, fuera de la capital, aunque también ha cobrado una creciente fama fuera de Zamora la procesión de ‘las vestimentas’, mal llamada de ‘las mortajas’, que sale a la misma hora, este Viernes Santo.


“No es la procesión de las mortajas, sino de las vestimentas. Esa prenda se llama mortaja cuando te la ponen por última vez, al fallecer. Hay que ser precisos con eso”, advierte a Ical el presidente de la Cofradía del Santo Entierro de Bercianos de Aliste, Juan Lorenzo.


Este año, la iglesia de San Mamés luce de forma especial, no en vano acaban de terminar las obras de acondicionamiento y reforma del entorno, en la plaza. Los habitantes del pueblo se reúnen a mediodía para celebrar los Santos Oficios y la adoración de la Cruz


Hacia las cuatro y media de la tarde, el sacerdote dio el sermón, se desenclavó el Cristo, lo presentaron a la Virgen Dolorosa, lo introdujeron en la urna y empezó la procesión del Santo Entierro. La Cofradía cuenta con 220 integrantes, aunque son unos cien hombres y mujeres quienes desfilan, ataviados con túnicas blancas de lino, las ‘vestimentas’, que serán, algún día, sus respectivas mortajas.


El cántico del Miserere resuena en el camino hacia el Calvario, antes de volver por el mismo camino. “Todo el pueblo y mucha gente de la comarca sale a verla. Cada vez viene más gente de fuera”, recalca el presidente de la Cofradía. "Tenemos una Semana Santa única y cada vez es más reconocida. Mantenemos vivas nuestras tradiciones, con todo el fervor, y nos satisface que se valore. La gente que viene de fuera suele ser muy respetuosa".