Un Belén situado en plena Sierra de la Culebra tras los incendios que la devastaron

​Un simbólico belén que refleja lo que en la actualidad se puede ver en su entorno natural
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Beleen de Boya


Un portal de Belén situado en plena Sierra de la Culebra tras los incendios que la devastaron el pasado verano. Así han representado este año el Nacimiento de Cristo en Boya, una de las localidades que sufrió la acción del fuego.


Por eso, la familia que se encarga ahora –como se ha hecho siempre, por turnos entre las casas del pueblo– de la limpieza y la apertura para el culto de la iglesia parroquial de San Adrián, ha instalado un sencillo pero muy simbólico belén que refleja lo que en la actualidad se puede ver en su entorno natural.


Las figuras del nacimiento tradicional se han reducido a tres, que son los protagonistas del acontecimiento de hace veinte siglos: el Niño Jesús, María y José. El misterio se ubica en una oquedad de la Sierra de la Culebra, ennegrecida por los incendios.


Para lograrlo, los artífices del belén han machacado hasta hacer polvo –negrísimo– cepas quemadas del monte bajo de los alrededores de Boya. Y lo mismo sucede con la vegetación, que son fundamentalmente pinos, escobas y brezos calcinados.


Junto al mundo vegetal, el mundo animal es el otro gran participante en el belén de Boya. Por eso no sólo hay unas ovejas, que representan a los pastores que acudieron a adorar al Niño Jesús (y a los ganaderos zamoranos que lucharon por salvar a sus animales, llegando a perder la vida), sino que está presente la fauna, la gran afectada por los incendios estivales: un lobo, un jabalí y varios ciervos.


Y en torno al recién nacido, los gatos (uno de ellos, incluso jugando con un perro, representando así a los animales de compañía, que también tuvieron que ser rescatados del incendio). Vecinos habituales de cualquier pueblo, en este caso representan a una colonia real que hay en Boya, y de la que cuidan algunas personas durante todo el año, sin ayuda alguna de las administraciones públicas.


“Este año no ha habido lugar para el buey y la mula. Tampoco para los magos de Oriente y los pastores. Esperamos poder volver a ponerlos en navidades posteriores. Ahora hemos querido representar el Nacimiento de Jesús en nuestra pobre realidad. Él quiso nacer hace más de dos mil años en un lugar olvidado y oprimido. Por eso nos sentimos tan identificados. La Zamora rural de hoy y la Judea de entonces no son muy lejanas”, explican.


El belén de Boya recuerda una vez más lo que escribía el papa Francisco en el año 2015 al hablar de la urgencia del desafío ecológico y del cuidado de la casa común: “no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas” (encíclica Laudato si’).


“No hemos querido olvidar a nadie, y este belén quiere expresar tanto el dolor como la esperanza de tantos pueblos que sufrimos los incendios, olvidados por los poderosos. Cada familia está presente aquí. Sobre todo, las familias de quienes entregaron su vida por salvar nuestras casas, por salvarnos a todos. Nunca olvidaremos a Daniel (de Ferreras de Abajo), Victoriano (de Escober), Eugenio (de Sesnández) y Ángel (de Tábara). Este belén se ha podido poner, sin duda, gracias a ellos”, concluyen los belenistas de Boya.