Señor farmacéutico, ¿cómo actualizo el ‘Whatsapp’?

El joven Guillermo Martín Melgar, más conocido como Farmacia Enfurecida, publica su primer libro escrito bajo el título ‘Consulte a su farmacéutico’, un anecdotario de botica y rebotica que promete buenas dosis de humor como principio activo
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Guillermo Farmacia Enfurecida


Javier A. Muñiz / ICAL

“Verá, señor farmacéutico, es que no sé cómo hacer la declaración de la renta”. “Disculpe, ¿cómo puedo actualizar esto del ‘Whatsapp’?”. Aquel ‘si tiene dudas, consulte con su farmacéutico’, popular mantra repetido hasta la saciedad en toda suerte de publicidad de medicamentos, a modo de imperativa recomendación gubernamental, parece que quedó grabado en el inconsciente colectivo. Y ahora se va de las manos. “Consultarnos, nos consultan mucho. Otra cosa es que nos hagan caso después”, comenta a Ical Guillermo Martín, más conocido como Farmacia Enfurecida, quien acaba de publicar, tras dos historias gráficas, su primer libro escrito, un anecdotario de botica y rebotica que promete buenas dosis de humor como principio activo y cuyo título va por ahí.


La obra es una “radiografía de la farmacia” en la que Martín Melgar cuenta “curiosidades que pasan en el día a día” y que, según subraya, “la gente no sabe y pueden hacer mucha gracia”. Una especie de anecdotario de cabecera, agrupado en tipos de ocurrencias en las que relata, por ejemplo, “cuando el paciente se equivoca de orificio” y puede terminar comiéndose un supositorio o echándose un colirio por la cabeza, “que se han dado casos” o lo que dan de sí las propias recetas. Un libro que, lejos de estar dirigido a los profesionales farmacéuticos como un manual de consulta, es “para que lo lea todo el mundo”.


Hablando de mantras y tópicos, Farmacia Enfurecida se revela como un entusiasta de la letra de médico, la ‘penúltima’ troncal del grado. “Ahora con la receta electrónica nos han quitado mucho trabajo. Aunque a mí es una parte de la farmacia que me encanta, es una especie de CSI. Menos mal que aún quedan médicos que siguen haciéndolas a mano y eso está bien porque si no, las nuevas generaciones no van a saber este arte”, bromea. No en vano, mantiene un concurso de lectura y ‘traducción’ de recetas en sus redes sociales que está siendo todo un éxito. “Lo que me sorprende es que, para una misma receta, puede llegar a haber hasta diez respuestas diferentes. Yo me pregunto si algunos en su farmacia darían diez medicamentos distintos”, afirma.


Guillermo continúa creciendo en redes sociales. Acumula 68.000 seguidores en Facebook, 78.100 en Twitter, 178.000 en Instagram y 11,2 millones de visualizaciones en TikTok. Es un fenómeno viral en internet, así que, ahora, le reconocen por la calle y también en la farmacia familiar que regenta en el corazón del barrio Blanco de Salamanca. “Hay que andar con ojo, pero la gente tiene buena aceptación en general y me agradece mucho la labor”, comenta. Su ‘receta’ sigue siendo hacer reír a la hora de explicarse. “Para mi es importante, no solo el mensaje, que es el contenido, sino el continente, que es el humor. El humor viaja mucho más rápido, se distribuye mejor y llega a mucha más gente”, valora.


El anverso luminoso

Al final, Farmacia Enfurecida, como cuenta de entretenimiento y divulgación, se ubica necesariamente en el anverso luminoso de ese reverso tenebroso que suponen las hordas de negacionistas, pseudoterapeutas y vendedores de crecepelo, en general, que proliferan en las redes sociales como hongos otoñales en un bosque. “En parte estamos en su punto de mira porque nos dedicamos a desmontar bulos. Yo, en concreto, a los de salud y parece ser que hay gente a la que le molesta todo esto y, pro eso, recibo constantemente insultos y amenazas de cobarde detrás de cuentas anónimas que insultan porque no tienen nada mejor que hacer”, lamenta.


Por lo que a él respecta, nada de eso le hará claudicar, en parte porque ya está “acostumbrado” y, en parte, porque es consciente del valor de su labor. “Por otro lado, gracias a las redes sociales, como TikTok y demás, nos hemos acercado mucho al público más joven y eso está bien, porque si algún día tienen un problema de salud, se acercarán más a nosotros”, agradece. Y también, cómo no, mediante más publicaciones. “En lo que he escrito este libro, han ido surgiendo anécdotas, cosas, y tengo nuevas ideas. Si va bien la cosa, que está yendo bien, no creo que sea el último”, ‘amenaza’.


Todo, después de una pandemia que ha puesto en el foco de la atención pública a todos los profesionales sanitarios, y que, por fin, parece que está dando sus últimos coletazos. “Sigue habiendo miedo, algún caso conflictivo, pero en líneas generales se podría decir que ya la hemos superado prácticamente. Quitando alguna persona inmunodeprimida o que tenga algún problema adicional, lo demás ya está todo controlado”, reflexiona, consciente de que el poso que ha dejado en la sociedad es irrenunciable. “Hay quien vive con miedo por la paranoia de estos años y luego hay quien, digamos, se ha hecho inmune a todo este tipo de noticias, y ya como que le da igual todo”, concluye. Serán los ‘vacunados’.