La luz de la juventud en la despoblación

​No voy a hablar de estadísticas de pueblos amados abandonados, ni de sus habitantes que no estarán con nosotros en adelante. Ni si en el 2025 habrá uno o ninguno...
|

Tamame de Sayago


Fdo. Dionisio de Ana Prieto (Abogado)


No voy a hablar de estadísticas de pueblos amados abandonados, ni de sus habitantes que no estarán  con nosotros en adelante. Ni si en el 2025 habrá uno o ninguno. Prefiero hablar de repique de campanas que llamen a la juventud y enciendan  en el pueblo su luz.


Tampoco voy a hablar de las 130 medidas, establecidas  por la Ley de Despoblación,  preparada por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), desde su financiación, la economía y el empleo, los servicios públicos y sociales, las comunicaciones, fundamentales,  el transporte, la vivienda, entre otras, pero son medidas políticas, sólo medidas, políticas,  ante el reto demográfico.


No obstante, ya existe una ley al respecto en Castilla La Mancha (Ley 2/21, de 7 de mayo). Bienvenida sea. Y las que puedan venir, deseablemente, como en C y L y, por ende, para nuestra querida  Zamora.


Es bueno que se marquen objetivos, evidentemente,  tanto a nivel internacional de integración regional (UE), como estatal, autonómico y, sobre todo,  local, para garantizar la igualdad de derechos de las ciudades con el campo en todas las cuestiones,  como por ejemplo en  la prestación de servicios, la igualdad de género y la eliminación de las brechas sociales existentes.


Parece que los políticos sólo han pensado y piensan en las ciudades, pero también deben pensar de ahora en adelante, y siempre,   en crear oportunidades e impulsar las actividades rurales, remover los obstáculos, como apunta  doctrinal y  genéricamente el art. 9.2 de nuestra CE, que da mucho juego en cualquier campo,  para que por ejemplo los territorios locales no sean absorbidos por los mercados globales, para que no pierdan población, favoreciendo por el contrario el aumento de la  natalidad, sin perjuicio de prolongar asimismo el envejecimiento de todo cuanto esté en el propio sentimiento humano,  más  próximo y  cercano en lo rural  que en lo urbano y  más allá del medicamento rutinario,  también por debido necesario.

La descentralización política se olvidó de lo rural. Lo hizo en este sentido muy mal y hoy le toca hacerlo a la Administración Local. Y una de sus fuentes debe ser la promoción de su riqueza cultural.


La energía, o se inventa, o se acaba, por agotada. La producción galopante del mundo capitalista debe dar paso al artista. El consumo cultural vendrá a sustituir, en el mundo que se dice civilizado occidental,  al elemento material. Y le sobra capital para poder garantizar una renta vital universal. Así cada cual podría conseguir su bienestar normal. Es un derecho de nueva generación que el capital debe empezar a pensar si quiere mantener consumidores  en  el  otro tipo de bienes que la tecnología procurará abundantemente,  pero sin la energía preexistente, menos exigente en el campo, pero  sobreexplotada por la aglomeración de la gran población,  que irá volviendo a su condición natural, propia del mundo rural. ¿Es esto una utopía? Ya lo veremos algún día. Seguramente más cercano de lo que ahora pensamos. Lo rural, por mor de lo municipal y cultural, será, en mi opinión,  mucho más atractivo y vivo.