​Una casa de La Alberca sumerge al visitante en el vida del siglo XVIII en la Sierra de Francia salmantina

​Es la única vivienda de la localidad que conserva la estructura y los objetos que se utilizaban antaño
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Alberca entrevista


La casa de los abuelos de Saturnino Hoyos, más conocido en el pueblo como Satur Juanela. Es la casa en la que él mismo nació y se crio y, que hoy es un museo, una auténtica ‘máquina del tiempo’ que hace retroceder varias décadas. Hace unos años, él y su mujer Mari decidieron recuperarla en homenaje a una forma de vida que ya es historia. Es, de hecho, la única de toda La Alberca que permanece con la distribución y el mobiliario de la época, que datan del siglo XVIII.



Tiene cuatro plantas en las que una familia tenía todo lo necesario para vivir en un espacio construido a lo alto por las condiciones de la Sierra. Destaca el aprovechamiento de los recursos de la zona, porque las casas de La Alberca se caracterizan por tener un armazón de madera de castaño, el árbol por excelencia de la zona.


La casa cuenta con dos entradas: una batipuerta para la vivienda y otra más amplia para los animales, que tenían su propia cuadra dentro de la casa ocupando toda la planta baja. Había dos cerdos, una mula, tres o cuatro cabras, una vaca lechera y más de diez gallinas, todos juntos. Esta cuadra tiene un doble techo con un pajar para almacenar la comida para los animales. “La casa albercana, a la vez que servía de vivienda tenía que servir de almacén de alimento”, recuerda Satur en la entrevista realizada por Cristina Fuentes Núñez para Ical. De hecho, añade que cuando era pequeño “parecía más un granero que una vivienda”. También aprovechaban ese espacio para resguardar sus pertenencias de valor en la tinaja del oro, una pequeña ‘caja fuerte’ que tenían todas las casas en la cuadra.


Una forma de vida que, por suerte o por desgracia, ha desaparecido, pero que todavía queda en la memoria de los albercanos y ahora en esta ‘máquina del tiempo’. Una vida sin extravagancias, viviendo con lo justo y trabajando mucho, pero muy feliz.