Es bueno recordar
que las Comunidades de Castilla
quisieron la libertad
y la representación en Cortes de su Hermandad.
Y querían la modernidad de su Comunidad.
A través de su representatividad
en Cortes
sin más sumisión que al poder de sus propias Cortes
sin los antiguos poderes estamentales
reales, eclesiásticos y militares.
La pretendida Reina Juana tuvo la ocasión de serlo
a la cabeza de las Cortes representativas
que los Comuneros veían de buena gana,
pero no quiso
y les deshizo la pretensión
que mantenían las Comunidades en su corazón.
Y en la razón
buscando un revolucionario golpe de timón.
Catilla perdió un montón de derechos democráticos
adelantados a su tiempo
y con la oportunidad
en su momento
de gobernar la Comunidad de modo carismático y sencillo
por sus diputados amados en su entidades locales
contra los gobernantes impuestos por los poderes reales
procedentes de gentes influyentes
pero sin pertenecer al pueblo que a los Comuneros les vio nacer
y crecer
sin merecer su gente humilde,
ciudadana y comercial
y hasta intelectual
la Autoridad impuesta con una temeridad
que resultó ganadora por la casualidad de la diversidad
inclinada por la imperialidad
y las condenas a muerte
y su represión sin perdón
apoyada por el dinero
y la ruptura militar
que bien pudo cambiar la historia de la Comunidad
a la postre decadente
por el despilfarro en el barro de guerras de religión
perdidas en Europa
que llevó a Castilla después a la bancarrota
cambiando de rumbo de proa a popa
cuando esas guerras a Castilla
no le importaban una jota.