Los hechos ocurrieron en julio de 2019 en una localidad abulense donde acudieron para pasar el fin de semana. Según la sentencia, tras pasar la tarde y las primeras horas de la noche ingiriendo bebidas alcohólicas y escuchando música, el acusado lanzó a la piscina a la víctima, que cuando ocurrió el suceso tenía 19 años, por lo que ésta hubo de despojarse de la ropa, quedándose en ropa interior y tapada con una toalla. Seguidamente el grupo siguió consumiendo bebidas alcohólicas, hasta que sobre las dos de la madrugada la víctima comenzó a sentirse mal a causa del alcohol ingerido, por lo que fue trasladada a su habitación que se encontraba en la planta de arriba. Fue llevada en brazos, ya que no podía caminar ella sola, la pusieron la camiseta del pijama y la acostaron en la cama, tapándola con una sábana.
Más tarde, sobre las tres de la madrugada, el acusado subió a la planta de arriba y se metió en la habitación donde se encontraba la víctima y, tras acompañarla a vomitar al cuarto de baño, volvió a la habitación y se metió en la cama con ella. Entonces y aprovechándose de que se encontraba privada de sentido a causa del alcohol ingerido, le desabrochó el sujetador y le bajó el tanga, realizando diversos tocamientos, para finalmente introducirle el pene en la vagina, “con el evidente propósito de satisfacer sus deseos libidinosos y mientras permanecía totalmente ajena a los hechos al hallarse privada de sentido”.