Miles de personas acompañan a los pendones de Sayago en una multitudinaria e identitaria romería de la Virgen del Castillo

Los pendones blancos de nueve metros, únicos de su estilo en España, recorren los casi cuatro kilómetros hasta la ermita, en su día grande, donde esperaba el Duero encañonado en sus arribes
|


 09MAX202506694789


Sayago se reivindicó hoy de nuevo. Y lo hizo con un guiño a su identidad, al mantenimiento de sus tradiciones, siempre en torno a la Virgen del Castillo y los Pendones de Fariza. Esa que no sufrirá nunca la falta de fe en el futuro, ni lamentará la ausencia de próximas generaciones, a pesar de la despoblación sangrienta de La Raya. Miles de personas, llegados de lugares tan lejanos como Cataluña, Andalucía o Madrid, acompañaron, como cada primer domingo de junio, a los pendones de Sayago, únicos en su estilo en España, con su característico blanco nuclear, de nueve metros y acabados en una bella copa de carrasco del Diablo, una planta que crece entre los peñiscos de esta comarca y que en los últimos días sus habitantes se han afanado en ir a recoger.


Una multitud, entre 2.000 y 3.000 personas, se dejó ya ver desde primera hora de la mañana de este 1 de junio en Fariza, que da nombre a este Ayuntamiento de siete pedanías, al que se suma el Consistorio de Argañín. Tras la denominada misa de madrugadores, la Virgen del Castillo, cuya talla data del S.XIV, junto a las cruces procesionales, pendonetas y el pendón, salió a recibir a cada uno de los otros siete en cada una de las tres entradas del pueblo, donde ya esperaban erguidos con su mástil de negrillo, amarrados por los tres largos cordeles que sujetan el lienzo del pendón: Argañín, Badilla, Cozcurrita, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara, todos ellos con gran devoción, espíritu y tradición por esta Virgen que, cuanta la leyenda, se encontró la talla.


Dulzainas, tamboriles y flautas, e incluso gaitas, acompasaron el ritmo de la procesión, solo alterada al tener que saldar deudas actuales con los cables de la luz y la fibra óptica, un problema contemporáneo que los antepasados de quienes hoy cumplen con la tradición no tenían que prever. Cada pendón es igual técnicamente, con su mástil, copa, el lienzo, correajes y vientos (cordales). Pero cada uno también es diferente, sobre todo en el bordado, donde se observa el escudo del pueblo. La participación de estos símbolos en la romería se realiza para engrandecer la devoción a la Virgen, esencia del romero, porque se identifica como signo de victoria. Por ese motivo, cada pendón que llegó a la ermita, donde esperan los imponentes Arribes del Duero, la rodearon en señal de triunfo, al igual que hacían los romanos cuando conquistaban territorios.


Relevos entre los habitantes de cada pueblo, que no solo llevan su pendón, sino también, cada uno de ellos, su Cristo Crucificado, las cruces procesionales y la pendoneta, similar en color a los Pendones Leoneses (declarados BIC). Y cerrando la procesión por los Arribes del Duero, la Virgen del Castillo, que hoy vuelve a casa tras bajar el Lunes de Pascua.


La romería de Los Viriatos, como también es conocida, está inundada de tiempos litúrgicos que empiezan semanas atrás y que en los días previos culminan con los preparativos para vestir el pendón y la elaboración de la copa, un momento único que pocos saben hacer y para el que utilizan, aún en muchos casos, la tijera del esquilador. “Para nosotros, mañana ya empieza la preparación de la procesión del año que viene. Lo vivimos todo el año”, expone a Ical el alcalde de Fariza, Manuel Ramos, quien justifica que los orígenes de la tradición son “inciertos”, aunque la fundación de la cofradía data de 1611.


María del Carmen Tapia, autora del libro ‘Romería de la Virgen del Castillo, Los Pendones de Fariza o Los Viriatos’ (Editorial Semuret, 2023), ensalza la “mezcla” de orígenes religiosos y profanos que de esta procesión, la Virgen del Castillo y los pendones. De hecho, considera que la conversión de la subida como fiesta de Interés Turístico Regional en 1995 implica su consideración “como un marcador identitario y la gestión cultural local en el uso de la romería con fines turísticos”.