El meteorólogo zamorano Francisco Cacho con su sonrisa diaria.
“Necesito a la Física más que a los amigos”. Nos jugaríamos un brazo (y los dos, también) a que nuestro protagonista no comulga del todo con esta afirmación de Oppeheimer. No hay más que abrir un poco los ojos para cerciorarse del apego que este zamorano (también físico, como el padre de la bomba atómica) siente hacia sus compañeros de infancia o de la afectuosidad con la que parece relacionarse en la redacción de La Sexta. Desde allí cuenta, disecciona y enseña el tiempo; no el tiempo con el que está obsesionado Nolan en sus películas (¡bendita obsesión! Nos empadronaríamos en su cine), sino el atmosférico.
Su desenvoltura, su desparpajo y sus habilidades para aleccionarnos sobre meteorología en Zapeando o en La Roca le han alfombrado el camino hacia los aplausos. Esta ovación no sólo resuena en el sofá de nuestra casa, pues la audiencia no es la única que dicta sentencia con el pulgar hacia arriba. El reconocimiento le llega desde otros espacios. Francisco Cacho recogerá la Antena de Plata el 7 de junio y repetirá éxito el fin de semana siguiente con el Tierras de Zamora. Arrasando como un huracán, vaya.
Dos galardones (a premio por semana), al estilo Bill Murray con Atrapado en el tiempo (también merecedor de dos por esta cinta). Eso sí, el meteorólogo al que interpretaba el singular actor se mostraba un tanto arrogante, nada que ver con nuestro hombre del tiempo, un cinéfilo empedernido de sonrisa perenne que juega al fútbol (“cuando puedo”), asiduo al gimnasio y devoto “de los sitios donde se come bien” (si no quieres invocar a la gusa, ni se te ocurra acceder a su destacado Rests en Instagram).
Por cierto, al igual que en la peli de Harold Ramis, en las líneas que estás a punto de leer irrumpe una marmota. Y es que, a nosotros también se nos ha antojado nuestro “Cachito de tiempo”, como le suelta Nuria Roca cada fin de semana, así que, hemos charlado con él sobre las cabañuelas, las fake news, la Inteligencia Artificial, su mentora, sus lugares favoritos de Zamora, la dehesa de su padre y un futuro en el que (y aquí lanzamos nuestro pronóstico) no auguramos ni anticiclones ni borrascas.
PREGUNTA.- Uno de los nombres propios de los venideros galardones Tierras de Zamora es el de Francisco Cacho. En unas semanas recogerás el premio al Mejor Embajador, nada menos. ¿Qué supone para ti recibir el reconocimiento de una provincia de la que presumes cada vez que puedes en televisión?
RESPUESTA.- Siento mucha alegría, mucha satisfacción. Dicen que uno nunca es profeta en su tierra, pero, en este caso, no es así, por suerte. Yo soy bastante currante, no creo que sea un tío con un talento creativo, pero es verdad que tengo una ética de trabajo que me impongo bastante dura y, al final, te reafirma. En realidad, la reafirmación debería llegar desde dentro, pero bueno, el que diga que cuando llega desde fuera no le gusta pues…
P. Miente, evidentemente.
R.- Eso es (sonríe).
P.- Te hemos visto mencionar la cencellada zamorana o sacar pecho con la Semana Santa. Me he fijado que la provincia aparece en no pocas ocasiones cuando hay que destacar ejemplos de las temperaturas por todo el país. ¿Qué peculiaridades de tu tierra salen a relucir cada vez que te preguntan sobre qué no hay que perderse en una visita al lugar que te vio nacer?
R.- Soy bastante glotón, así que hablo mucho de la gastronomía zamorana; del queso, del vino, de los dulces… En cuanto puedo traigo a la redacción algo para que lo pruebe la gente y también hablo mucho de lo que visitar en Zamora: del Románico en Zamora capital, de Sanabria, de Los Arribes, de zonas que me gustan y que creo que la gente que va no las tiene tan controladas y que le sorprenderán para bien.
P.- Ya son muchos años viviendo ‘fuera de casa’, así que supongo que la echarás en falta en ocasiones. A riesgo de parecer un poco indiscreta, ¿qué sueles hacer cuando vuelves un fin de semana o por vacaciones?
R.- Voy poco, me gustaría ir más. Lo más importante es ir para ver a la familia, sobre todo eso. Mi padre es hombre de campo, tiene una dehesa cerca de Cabañas de Sayago y me gusta mucho ir allí. Ese lugar lo considero más mi casa que el piso en el que vivimos en Zamora. Me gusta ir con mi padre a la dehesa y estar en contacto con los animales, ayudarle a él con sus tareas…
P.- En algún lugar leí que volaste del nido a los 18. Echando la vista atrás, y como es importante no perder de vista aquella criatura que fuimos, ¿qué recuerdas con más cariño de tu infancia y adolescencia en Zamora?
R.- Mi padre siempre ha trabajado en la dehesa, así que la tengo siempre presente, pero la niñez siempre la recuerdo con los amigos, tanto los del colegio, estuve en La Milagrosa, como los del fútbol; jugué mucho tiempo al fútbol. Sigo teniendo contacto con muchos de ellos, incluso amistad fuerte con algunos. Me siento muy afortunado de tenerlos como amigos y de mantener esa amistad.
P.- Confieso que para la esta pregunta he acudido a la Inteligencia Artificial (por desgracia, mis conocimientos sobre meteorología no van más allá de sol, nube y tormentas). El caso es que he interrogado a la señora IA sobre los fenómenos especialmente curiosos en Zamora y me ha hablado del 'mammatocumulus', unas nubes con forma de saco que se contemplan por Sanabria, o del fuego de San Telmo, en la zona de Tábara, un fenómeno eléctrico que provoca pequeñas descargas luminosas en objetos puntiagudos durante las tormentas. ¿Para ti cuál sería el fenómeno meteorológico más extraordinario en esta provincia?
R.- Más que el fenómeno extraordinario, lo que no me deja de sorprender es el invierno zamorano. Siempre he sido muy fan del invierno zamorano, de la niebla en el Duero… Sé que puede ser un poco tópico, pero la niebla, la cencellada… Incluso hace poco grabé cinarra, que es un fenómeno bastante raro de encontrar.
P. ¡Ilústrame!
R.- Se produce cuando las gotitas de agua en suspensión que tiene la niebla (porque es muy densa, porque está en el río y está cargada de humedad) se congelan por el frío. Caen trocitos de hielo pequeñitos, ínfimos. La gente los confunde con copos de nieve, pero no lo son. En resumen, hace tanto frío que las gotitas pequeñísimas de esta niebla meona de la que hablamos se congelan y caen al suelo. La diferencia con la cencellada es que la cinarra se congela en el aire y la cencellada, en contacto con la superficie. La cencellada, a su vez, se parece a una helada, pero tampoco lo es. La helada se produce cuando el rocío se congela y la cencellada, cuando la gota de niebla toca una superficie más fría y se congela.
P.- Aludo de nuevo a la IA. ¿Su potencial puede ayudar de verdad a abordar la emergencia climática? Hay quien dice incluso que no podemos combatir el cambio climático sin su ayuda. ¿Eres de esa opinión?
R.- Sé que la IA se está utilizando para mejorar las predicciones. Los modelos meteorológicos utilizan modelos muy potentes, muy grandes, que usan muchos recursos. Hablo de ordenadores que ocupan edificios enteros y que tardan horas en generar un modelo. De hecho, nosotros tenemos siempre la salida de los modelos cada seis horas. Lo que están haciendo es enseñarle a la Inteligencia Artificial a que interprete estos modelos y así poder, con la IA, consumir menos recursos y hacerlo de forma más rápida. Y luego, aparte, los modelos meteorológicos a veces fallan. Hay un porcentaje ínfimo de veces que fallan y con la Inteligencia Artificial también están intentando subsanar esos errores que tienen los modelos.
P.- Crucemos los dedos para que no se impongan los presentadores creados por IA, pero, en cualquier caso, ¡cómo ha cambiado la sección meteorológica en televisión! Incluso hubo un tiempo en el que el pronóstico se trazaba con tiza en una pizarra (que en paz descanse este método). También hemos evolucionado como espectadores; ahora no sólo nos preocupa si tenemos que sacar el paraguas mañana, sino que nos quedamos pegados a la tele cuando nos explicas cómo se producen las auroras boreales o por qué emergió aquel rayo desde un volcán de Guatemala. ¿A qué crees que se debe esa inquietud actual por parte de la audiencia y qué peso tiene la figura de un hombre del tiempo como tú para crear receptores tan fieles?
R.- Creo que el cambio climático, que es el próximo reto de la Humanidad, ayuda mucho. Creo que la ciencia contada desde el entretenimiento gusta y que en una sociedad que está bastante polarizada, la ciencia es algo que no puede polarizarse. Entonces, creo que hay algunos temas que acaban siendo muy blancos y que, si encuentras la manera buena de contarlos, le pueden interesar a un niño pequeño, pero también a una persona mayor y a un adulto de una ideología u otra.
Como pez en el agua en La Roca, junto a su maestra de ceremonias.
P.- Estamos de acuerdo en que, como dices, la ciencia desde el entretenimiento atrapa, así que si este modo de educar se hubiera implantado antes, ¿hoy tendríamos más científicos en nuestro país? ¿Hemos perdido a gente muy válida por el camino por no ofrecerle las herramientas necesarias con anterioridad?
R.- Creo que ha sido un proceso natural en el que los científicos hemos sido capaces de interpretar una necesidad y nos hemos adaptado a ella. Yo no he estudiado nada de Comunicación, no soy periodista, pero creo que antes existía una distancia grande entre el científico y el espectador porque el científico no se acercaba al lenguaje del oyente. Yo he visto a muchos científicos en mi niñez hablando en la tele y eran difíciles de seguir y creo que más que el oyente, que posiblemente ahora tenga más herramientas, el cambio ha venido del lado del científico, que se ha hecho un poco más divulgador y un poco menos científico, o, aunque sea igual de científico, ha acercado su lenguaje al del espectador.
P.- Por cierto, en breve recogerás también la Antena de Plata 2024, precisamente por la razón que estamos comentando: “Por acercarnos la información meteorológica de manera didáctica”. ¿Cómo te sientes al saber que el trabajo que nos regalas cada día resulta tan influyente?
R.- Agradecido a programas como La Roca, Zapeando, y Más Vale Tarde, que son los programas que nos permiten salirnos un poquito de ese pronóstico y hacer más entretenimiento. Nos han dado espacio, han confiado en nosotros, en mí en este caso, y ha salido bien porque los datos de audiencia son buenos. Creo que estamos abriendo un camino chulo porque hasta ahora, más allá del rap aquel que hizo Brasero (sonríe) y otras muy pocas pinceladas, no se había hecho entretenimiento con la meteo. Estamos creciendo en un formato que no existía o que estaba gateando: la meteo y el entretenimiento.
P.- ¿Hoy en día se puede crear un programa de entretenimiento tranquilamente cuya base sea la meteorología?
R.- A mí me encantaría tener un espacio propio en La Sexta en el que pudiera hablar de todo esto de lo que hablo en el resto de programas. Ya hay alguno como Aquí la tierra; ahora Mario Picazo tiene uno también en Las Tardes de Cuatro, que aúna no sólo meteorología, sino ciencia… Últimamente hemos estado hablando de auroras boreales, después lo hemos hecho sobre las turbulencias por el famoso vuelo de Londres a Singapur en el que murió un británico de 73 años y hubo muchos heridos. En la propia actualidad hay ciencia, por eso creo que se puede tener un programa de 25 o 30 minutos al día en el que hables del tiempo y de toda la ciencia relacionada con cosas cercanas.
Nuestro hombre del tiempo, divulgador de una sección que engatusa cada día a más adeptos.
P.- Entraría en tus planes futuros, intuyo, presentar un espacio de estas características. ¿Es así?
R.- Sí, sería el siguiente paso, lo que me gustaría. Sí que es verdad que esto no ha sido vocacional; soy una persona bastante inquieta y no me veo siempre haciendo esto. Me gustaría en un futuro ir cambiando, ir progresando. Me gustaría hacer cosas diferentes, me gusta mucho el cambio.
P.- No sé si has visto la película ‘Granizo’…
R.- Sí, la he visto.
P.- No le hago spoiler a los lectores que no se hayan acercado a ella si les cuento que su protagonista es un famoso meteorólogo de la televisión argentina. El caso es que, según dicen, sus creadores pudieron encontrar la inspiración en las peripecias de un señor de los que escuchan el canto de los gallos para saber si va a llover o de los que observan el comportamiento de las hormigas para determinar cuándo decimos adiós al calor. ¿Ese saber ancestral de agricultores o pastores puede complementar a la ciencia y a la tecnología?
R.- Creo que la meteorología es una ciencia y hay que estudiarla y solamente se puede hacer un buen pronóstico desde la ciencia. Otra cosa es que la gente de campo, por su experiencia, sepa detectar señales de que algo está cambiando, tipo cambios de viento o nubosidad de alguna clase. Ahora bien, eso es muy diferente de los que se envalentonan y hablan, por ejemplo, de las cabañuelas, que es observar a los animales, ver cómo se comportan en agosto para saber el tiempo que va a hacer en enero. Eso es imposible.
Nosotros, los meteorólogos, yo pertenezco a una organización que se llama ACOMET, que somos los meteorólogos de los medios de comunicación, hay gente de AEMET también, estamos luchando contra estas personas porque al final, las fake news nos afectan a nosotros y se pierde credibilidad. Y es que, el espectador es difícil que filtre. Si ve un titular de un periódico en el que se dice “No sé quién ha dicho que caerá la segunda filomena en enero”, y luego no cae nada, esa persona se queda con el titular, pensando que lo ha dicho un meteorólogo y que no ha acertado. Bueno, pues no era un meteorólogo, era no sé quién que vio por el método de las hormigas o el de las grullas o el de la marmota que iba a nevar y al final no nevó. No estoy nada de acuerdo y, en general, la ciencia no lo está.
P.- Es importante que lo aclares porque nosotros, como lectores, demandamos inmediatez, tenemos sobreinformación y, a veces, muchas veces tal vez, no sabemos filtrar.
R.- Sí, al final, tú lees titulares y metes todo en el mismo saco. El espectador no es capaz de discernir entre la fuente de un titular y la fuente de otro. Entonces, hay que poner las cosas en su sitio.
P.- Como comunicador, ¿cuáles son tus referentes?
R.- Estuve en prácticas en Televisión Española, hace años, cuando empecé y acabé el Máster. Allí conocí a Mónica López y a Albert Barniol; a todo el equipo, a Martín Barreiro, a Silvia Laplana… y aprendí mucho de ellos. Mónica López es una genia y bastante pionera en esto de divulgar.
Después he ido encontrando referentes en mis siguientes trabajos. En Televisión Castilla y León coincidí con Lucía Rodil, que fue una presentadora de informativos de Telecinco que me enseñó muchísimo de tele. Yo sabía mucha meteorología, pero no sabía tanto de tele. Ella me enseñó y le estoy tremendamente agradecido. Diría que es mi mentora. Y luego, al llegar a La Sexta, es difícil no aprender de Antonio García Ferreras, Elena Resano, Rodrigo Blázquez, Cristina Pardo, Nuria Roca, Dani Mateo… Es que es difícil estar al lado de ellos y que no se te vayan quedando cosas.
Desde luego, se le han quedado más de una. Y mientras Cacho aprende de ellos y expande sus aptitudes a través de la pantalla, nosotros, los espectadores, le seguiremos viendo para enfrentarnos al armario cada mañana con argumentos.
Cacho, junto a Nuria Roca, que figura en su lista de comunicadoras referentes.