Servir con optimismo pero con cautela

Solo un parte de los hosteleros de Zamora se animan a reabrir sus establecimientos con el paso a la fase 1, a la espera de que llegue la ansiada fase 2
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Juanma de Saá / ICAL


La capital zamorana se despereza para empezar la semana, aunque son muchos los pequeños empresarios y autónomos que hace rato que funcionan. El estado de alarma no ha contribuido, precisamente, a que reverdezca la actividad en las ciudades pero hoy debería animarse un poco con el tránsito a la fase 1 del proceso de desconfinamiento. Cerca de 26.000 habitantes de numerosos pueblos ya la disfrutaban desde hace unos cuantos días y hoy se igualan los raseros en toda la provincia, con la decepción en el entorno rural por no alcanzar la fase 2.


A las ocho de la mañana, la temperatura en Zamora se acerca a los 13 grados y sopla un viento del noroeste que hace echar de menos la rebequita mientras no se cumpla la predicción de un máximo de 30. El paseo matutino por la emblemática calle de Santa Clara se antoja un tanto desalentador al ver cerradas las cafeterías que hace solo unas semanas estaban abiertas desde primera hora y con sus amplias terrazas desplegadas.


En la aledaña plaza del Cuartel Viejo, Fernando Campo abrió a las siete y media de la mañana el café-bar FAS, intentando dejar atrás la desazón y las dudas por lo que ha pasado y por lo que puede pasar. Por primera vez desde el pasado 14 de marzo, cobra vida de nuevo esa esquina, punto de paso de mucha gente, no en vano se encuentra en un lugar estratégico entre el edificio de La Alhóndiga, el Colegio Universitario y la calle Santa Clara. “Dentro del local no se puede entrar, tal y como está la situación y las normas por la pandemia, pero sí podemos abrir la terraza y dar servicio”, explica a Ical. “Se notaba que la gente tenía muchas ganas. El primer cliente entró justo cuando abrimos y se tomó un cafetito”, detalla.

El establecimiento ha colocado para la reapertura ocho mesas de las doce de que dispone y ya ha solicitado de forma telemática los permisos municipales oportunos para poner las todas, con sus 48 sillas, e intentar alcanzar la velocidad de crucero que debería tener ya por estas fechas, en condiciones anteriores al coronavirus. “Necesitamos unos diez metros más y en esta plaza hay sitio de sobra, así que esperamos que nos concedan esa ampliación para poder atender a la misma gente guardando todas las precauciones necesarias”, apunta.


Fernando Campo gestiona el negocio junto con su mujer, Lara Mozo, y espera recuperar dentro de poco más de una semana a la persona que tenía contratada antes de que pasara al expediente de regulación temporal de empleo. “No vamos a tocar los precios. No esta la cosa como para hacerlo. Vamos a procurar recuperar el ritmo, en la medida de lo posible, y atender a nuestros clientes como siempre hemos hecho”, asegura. “Se ve nerviosismo y preocupación en el sector, incluidos los proveedores. Me han comentado que en el País Vasco se está viendo bastante movimiento. Esperemos que pase lo mismo en nuestra tierra”.

De momento, aunque no se puede acceder a la barra, sí pueden reclamarse los platos que están preparados y dispuestos en los expositores. Tortilla, jeta, oreja, morro, bacalao, croquetas, mejillones, calamares, cachuelas, morro, ensaladilla y otras delicias aguardan las peticiones de los clientes con el reclamo del aroma que sale desde la cocina. “Al principio, todo va a ser un poco extraño pero la gente está respondiendo bien y yo creo que va a merecer la pena el esfuerzo”, augura.


Prudencia para reabrir


Aunque resulta fácil para el cliente pedir al hostelero que reabra, la acción no es tan sencilla porque si el mero hecho de gestionar un establecimiento ya cuesta dinero con la trapa bajada, cuando se levanta, los gastos se multiplican, sin contar con las dificultades de terminar un ERTE, por ejemplo. Si la reapertura es precipitada y demasiado optimista, podría conducir al desastre económico, lo que explica que muchos negocios hayan decidido esperar un poco más.


“La hostelería está siendo muy prudente a la hora de reabrir porque muchos locales no tienen terraza y, mientras no se permita el consumo en barra, pueden no salir las cuentas. Los que tienen terraza deben calcular el porcentaje que se corresponde con cada concepto y esperar que la clientela responda y pueda hacer caja para mantenerse y, si es posible, recuperar terreno perdido”, explica a Ical el secretario de CEOE-Cepyme y de la Asociación Zamorana de Comerciantes, Ángel Hernández.


“Cerca del 90 por ciento del comercio está abierto pero aún tardaremos tiempo hasta ver esos porcentajes en la hostelería. Se verá una mayor alegría en la apertura cuando lleguemos a la fase 2. La norma dice que hay que estar quince días en cada fase y la fecha más esperanzadora sería para la segunda semana de junio, como mínimo”, estima.


En este contexto, los cálculos más halagüeños para final de año pasarían por “acercarse” a la facturación previa a la crisis sanitaria, aunque “será muy difícil”, según reconoce Ángel Hernández. “Este año presenta perspectiva negativas y decir lo contrario no sería realista. El éxito rotundo sería que los negocios se acercaran a lo que tenían antes, pensando en levantar el vuelo en 2021, pero no va a ser un objetivo fácil. La intención de la mayoría de los empresarios es recuperar la normalidad en todos los sectores y contar en cuanto puedan con los trabajadores que tenían”, añade.


Según el sentir popular zamorano, ir de bares por el centro de Zamora y no parar en alguno de los establecimientos ubicados junto a la calle Santa Clara para degustar pinchos morunos, callos, mejillones o jeta no es ir de bares, realmente. Y es que constituyen uno de los principales atractivos para locales y para foráneos, que se asombran de la proverbial tríada formada por la calidad del producto y la cocina, la cantidad ofrecida y el precio, pero todavía habrá que esperar para poder hacerlo libremente.


“Hay que valorar el tremendo esfuerzo que los empresarios del comercio y de la hostelería están haciendo tras haber salido de una crisis muy profunda, de la que no nos habíamos recuperado del todo, y ahora nos vemos en una crisis ciega. Hay gente que lo está pasando mal”, recuerda el presidente de CEOE-Cepyme de Zamora, José María Esbec.


“Esta crisis es muy dura y es muy positivo ver que la gran mayoría de empresarios está dispuesta a recuperar a sus trabajadores. Hay que sensibilizar a quienes vivimos en ciudades pequeñas respecto a que la pequeña empresa es fundamental. Un urbanista belga decía que las ciudades eran las hijas del comercio y que un pueblo se componía de un grupo de casas, una iglesia y un mercado”, indica.


En este contexto, Esbec hace hincapié en que es “fundamental” que el comercio y la hostelería de Zamora “se mantengan” y apostilla: “El comercio y la hostelería siempre han sido muy buenos en Zamora, aunque han acusado la gran fuga de población durante las últimas décadas. Toda la gente que viene de fuera se ve sorprendida por lo que tenemos. Conviene recordar que las pequeñas y medianas empresas de toda España somos las que creamos de verdad empleo”.


Por otra parte, el presidente de la patronal zamorana abogó por “romper de una vez la imagen negativa” que se le da a quien crea y mantiene una empresa. “Parece que somos unos apestados cuando, en realidad, somos los que estamos sujetando la economía del país. Además, mantenemos una comunicación muy estrecha con los trabajadores que, ahora mismo, son muy conscientes de la situación de quien tiene una empresa. El empresario no es el malo de la película y tiene que pensar siempre a medio o largo plazo”, expone.


“El coronavirus ha creado una situación muy difícil. Yo estoy muy sensibilizado. Mi mujer es enfermera, así que lo veo a diario. Debemos tener muchísima perecaución. El virus ha tenido para quedarse y tendremos que  aprender a convivir con él y a mirar hacia delante. La actitud del consumidor y del cliente debe ser de gran preocaución. Hay una serie de reglas de conducta que hay que adoptar y debemos ser todos muy precavidos”, advierte.


Más personal


El paseo por Santa Clara lleva, inevitablemente, hasta el Casco Antiguo de Zamora. En la Plaza Mayor ya se ven algunas terrazas abiertas y en la plaza de Viriato, la mirada se dirige hacia una esquina, a escasos metros del Museo Etnográfico de Castilla y León, donde está el Aureto, uno de esos locales marcados por su sabor a tertulia y lectura y que, además, atrae a multitud de visitantes que deambulan por la Zamora histórica.


Aurelio Couso regenta el establecimiento desde 1997 y reabre hoy desde las 15.30 hasta las 22.30 horas. La mañana todavía presenta una gran escasez de afluencia mientras se mantengan las restricciones, ya que una parte importante de la clientela procede del personal del Ayuntamiento, la Diputación, la Biblioteca Pública del Estado en Zamora, el MECyL y todas las personas que visitan instituciones y museos. “Es una pena que no nos permitan abrir hasta más tarde, al menos, los fines de semana, pero tendremos que estar así hasta la fase 2, cuando pueda entrar la gente en el local”, apunta.


Aurelio ha colocado cuatro mesas a la puerta del Aureto y una docena más en la plaza de Viriato, a ver cómo se da la jornada. “Normalmente, tengo 25. No he solicitado más espacio todavía pero lo haré. De momento, pongo la mitad y vamos a ver cómo nos arreglamos”.


Respecto a la cocina, todavía tardará dos semanas en volver a ponerla en marcha. “Estos días no tendré pinchos porque todavía hay muy poca gente. Tengo a dos personas en un ERTE y voy a recuperar a una camarera, primero. He contratado a una persona más para más adelante. Espero que funcione la terraza, aunque nos nutríamos mucho de extranjeros y clientes del Parador. Ahora está complicado pero tenemos toda la ilusión”.