La comunidad registró 3.558 ataques, con el resultado de 5.566 cabezas muertas el pasado año.
El objetivo de la Junta es conseguir que en Castilla y León, al norte y al sur del río Duero, el lobo sea gestionado por la propia Junta "como garantía de conservación de la especie y de equilibrio en su colisión con la ganadería extensiva".