No es ningún secreto que la relación sana entre la pareja es beneficiosa para los hijos. Las discusiones entre progenitores, especialmente las subidas de tono, perjudican al bienestar de los pequeños. Existen estudios que desvelan que vivir en un ambiente de estas características puede crear, además de ansiedad y falta de concentración, algunos comportamientos preocupantes en los menores. Entre otras cosas, pueden volverse retraídos, ansiosos e incluso, inseguros.
Por otro lado, si las discusiones son frecuentes entre los padres, el niño puede generar sensibilidad y conducirle esta a una menor adaptación social en su entorno extrafamiliar. Por estos motivos, las discusiones han de resolverse con éxito para no generar conflictos ni tensiones en la familia que pudieran derivar en problemas mayores.